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Reportaje:Motociclismo | Trigésimo título español

Jordan se esconde y Eto'o vibra

Cheste cierra la temporada con una gran fiesta de la afición

Juan Morenilla

Más que un gran premio de motociclismo, Cheste fue una fiesta gigantesca, una concentración de más de 200.000 aficionados envuelta tres días en el ruido de los motores y el olor a neumático. Imagínese el ambiente de un Madrid-Barça. Pues súmesele otras 50.000 personas, más de 50 tiendas, puestos de comida y bebida, atracciones y música. Sin olvidar a 30.000 coches y 20.000 motos que colapsan las carreteras. Eso fue Cheste, cita obligada para los moteros. Y trabajo extra para la policía local, que denunció a 114 motoristas, uno de ellos por ir a 136 km/h por el túnel de la avenida del Cid, en Valencia.

Felices los españoles por el triunfo de Lorenzo, la desilusión fue devastadora entre los incondicionales de Rossi, los 500 vecinos de su pueblo, Tavullia, que habían viajado hasta Cheste, y los miles de seguidores de Il Dottore. Más allá de nacionalidades, la caída del italiano congeló los ánimos porque restaba emoción a la carrera y eliminaba al más carismático.

El ex baloncestista se encerró en una sala con hamburguesas, una tele y una PlayStation

Cuando Hayden cruzó la meta como campeón, pocos aplaudieron. "Es un día terrible", admitía desolado un hincha de Rossi. La desilusión fue doble porque tampoco Dovizioso pudo con Lorenzo e Italia se quedó sin triunfos.

La organización lanzó como fin de fiesta una traca de humo amarillo, quizá porque esperaba, como todos, la victoria de la Yamaha de Rossi. Después, la marea amarilla se diluyó cabizbaja.

El circuito batió su récord de asistencia con 130.000 espectadores y la reventa funcionó de lo lindo: las entradas multiplicaron por cinco su valor en las taquillas. Algunos, sin embargo, se lo perdieron por rezagados. A punto de comenzar la carrera de 250cc, la entrada al circuito registraba aún un atasco de un kilómetro y medio. Otros optaron por subir a una pequeña montaña cercana para cazar con los prismáticos algún detalle. Bajo el sol, en tiendas de campaña, unas 10.000 personas ocuparon 3.000 plazas de cámping en los alrededores de la pista.

Entre la multitud, otros deportistas famosos se colaron en el circo. Algunos buscaban pasar inadvertidos, como Michael Jordan, apenas visto por los empleados encargados de satisfacer sus caprichos. Se encerró en una sala privada en el lugar más alejado del paddock, rodeado de una televisión, una PlayStation y platos de hamburguesas, salchichas y pasta. Protegido por nueve personas, Air suele reservar mesa en tres restaurantes diferentes para despistar. El viernes, por ejemplo, cenó paella de marisco junto a su séquito.

Otros, en cambio, se dejaron ver. Apoyado en sus muletas y en primera fila para animar a Lorenzo estaba Eto'o. Por la pista circuló también la ex tenista Arantxa Sánchez Vicario, que dio una vuelta al trazado agarrada al piloto Randy Mamola en su motoGP; Sergi Barjuán y Guti.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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