Los toros, papi
Yo esperaba el doce de octubre como agua de mayo. Y no precisamente porque tuviera interés en celebrar el Día de la Raza, el Día de la Hispanidad, o el Día de las Fuerzas Armadas, o el Día de la Virgen del Pilar, o el Día de Agustina de Aragón. Yo esperaba el doce de octubre porque la feria del Pilar tradicionalmente ha cerrado el calendario taurino y era de esperar que, del trece de ese mes en adelante, desaparecieran de las pantallas de televisión las retransmisiones de las corridas de toros. No ha sido así: Canal Sur dio el sábado pasado, desde Toledo, una corrida a beneficio de la Federación de los Lesionados Medulares y la Fundación Nacional del Hospital de Parapléjicos. Y esto significa que la campaña de Canal Sur en favor de la Fiesta Nacional (¿de qué nación, por cierto, queridos diputados?) no conoce pausa.
Canal Sur ha convertido el mundo taurino en una plaza fuerte en la que se invierten mucho dinero y muchos recursos sin haber puesto nunca en cuestión la idoneidad de que ese tipo de espectáculo tenga un tratamiento tan privilegiado en una televisión pública. No parece discutible que el debate sobre la fiesta de los toros tiene un alcance moral y cultural que supera con creces el de muchas majaderías que todos los días se ponen ene antena. Pero esto, que ya denuncié en la pasada temporada, no es más que el principio del problema. Porque Canal Sur ha hecho una opción tan fuerte por la llamada fiesta de los toros que ha pasado al terreno del proselitismo. Y ha puesto al servicio de esa faena talentos de altura.
Enrique Romero, el presentador de Toros para todos y comentarista siempre de los festejos taurinos que da Canal Sur, es un profesional extraordinario, en el sentido de que es impensable que alguien pueda cumplir su encargo mejor que él. Pase lo que pase en el ruedo, Enrique Romero está ahí, con su extraordinaria voz y el énfasis tan bien administrado, Se diría que nunca le ha tocado la mala suerte de tener que retransmitir una corrida aburrida (¡y las hay!), pero es porque contada por él la fiesta siempre resulta estupenda. Coherentemente, cada semana, en Toros para todos, se da una visión de la fiesta de los toros que desde el título tiene el propósito explícito de sumar a sus adeptos a la población no adulta.
El programa se emite en horario protegido y en fin de semana. Y no puedo olvidar el día en que, para explicar qué es un semental, el señor Romero dijo que era "como el papi de todos los toros". No es ni casualidad ni excepción: en el mes de agosto, en la retransmisión de una novillada, el realizador -otro gran profesional, qué duda cabe- insertó entre las imágenes de una faena el plano de un padre con su hijo de no más de siete años asistiendo desde el tendido al evento. ¡Qué buen padre, qué gran ejemplo!
Canal Sur sigue hurtando el debate sobre la fiesta de los toros a una audiencia a la que somete a una más que cuestionable propaganda de la misma. Y eso no se arregla programando un debate después de la media noche. Implícitamente, se dan por definitivos un argumento identitario y otro económico. Y no hay forma de discutirlos.
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