El Depor se agarra a su receta
El conjunto de Caparrós derrota por la mínima al Racing gracias a un penalti de Scaloni, pero no emite buenas vibraciones
En el ideario de Joaquín Caparrós sólo hay dos pensamientos: defender y atacar para ganar. Así será hasta que Valerón se recupere y traiga la pausa. En el Depor jugaron otros, futbolistas como Verdú o Iago, gente que entrega la pelota al pie, pero al final acabaron jugando a lo mismo.
Les salieron 20 minutos esperanzadores, cinco córners, un caño y un par de faltas. La calidad acabó perdida en el método directo de Caparrós. Funcionó. Otra vez. Un penalti transformado a lo Panenka por Estoyanoff le allana el partido de vuelta en Santander. Así es este Depor. Duro en defensa, pillo en ataque. Como el penalti provocado por Adrián. El bisoño delantero, que obtuvo esta semana la ficha que cuestionaba el Oviedo, se fue al tapete nada más escuchó el rumor de la presencia cercana del veterano Scaloni. Amanecía el segundo, acabó el partido.
DEPORTIVO 1 -RACING 0
Deportivo: Munúa; Manuel Pablo, Rodri, Juanma, Capdevila; Duscher, Juan Rodríguez (Filipe m. 56); Estoyanoff, Verdú, Iago (Cristian m. 83); y Adrián López. No utilizados: Aouate; Arbeloa y Riki.
Racing: Calatayud; Cristian Álvarez, Oriol, Garay, Cristian Fernández (Luis Fernández m. 59); Balboa, Vitolo, Scaloni (Antonio Tomás m. 65), Óscar Serrano; Juanjo y Aganzo. No utilizados: Toño; Pablo Alfaro y Matabuena.
Goles: 1-0. M. 52. Penalti de Scaloni a Adrián López que transforma Estoyanoff.
Árbitro: Fernández Borbalán. Amonestó a Cristian Fernández, Rodri, Vitolo, Duscher y Oriol.
Unos 5.000 espectadores en Riazor.
En el Racing de Santander también se impusieron las rotaciones. Miguel Ángel Portugal, quizá por el titubeante comienzo liguero se dejó en Santander a Zigic, Munitis, Colsa, Melo y Rubén (la columna vertebral) y presentó nueve caras nuevas para defender la eliminatoria copera, pero su equipo apenas quiso jugar más que a la pelota larga.
Fue un partido de casi nada en el campo, de muy poca cosa en la grada. Sólo la presencia de Scaloni en Riazor desperezó a la afición. El argentino regresaba a la que fue su casa después de haber jurado que no vestiría otra camiseta en España. Él no quería irse, la afición no quería que se marchase, pero Caparrós nunca lo quiso. A mitad de la temporada pasada lo cedió al West Ham y, como el fútbol es terco, después de disputar el Mundial le abrió la puerta del Dépor.
La grada se dividió con su cambio, pero el marcador de los pitos fue más abultado que el de los aplausos. Curiosamente se trataba de un choque de sentimientos por el intercambio de cromos que suelen hacer las dos directivas. A Scaloni lo sustituyó Antonio Tomás, jugador cedido por el Depor, como Rubén y Momo. En Santander se quedó Munitis; en el banquillo estaba el portero Aouate.
El partido se presentó como un duelo de actores secundarios. Cuando se tiene hambre de fútbol a veces sale un partidazo, pero es más frecuente que la cosa se quede en fútbol sólo esbozado. Fue lo que sucedió, pero contra pronóstico aparecieron tres buenos futbolistas que dejaron pistas de que sin Valerón también se puede tocar la pelota en el centro del campo.
Joaquín Caparrós tuvo escondido a Verdú hasta el segundo tiempo de la última jornada de Liga. Ayer le dio la titularidad y el ex culé demostró que está capacitado para que el Depor lea el futuro en su bota. Fue el artífice de los primeros 20 minutos esperanzadores para la afición deportivista. Se alió con Iago, otro jugón, y buscó al despierto Adrián, que dejó un alarde en la banda con un caño de malabarista.
Caparrós presentó otro equipo, pero éste se movió a su manera. No fue un partido de buen fútbol. Sí de buen resultado para conseguir el título de Copa para celebrar el centenario. El Depor se agarra a la receta de Caparrós; el Racing, al mal menor de una derrota por la mínima.
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