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Crónica:Fútbol | Séptima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Al Sevilla le pesan las piernas

El Nàstic se lo hace pasar mal al cuadro de Ramos pese a los dos rápidos goles de Kanouté

El Sevilla ya empieza a notar lo que es estar en la élite: que todo el mundo quiera no sólo que ganes, sino que lo hagas de manera espléndida y jugando cada cuatro días. El equipo que Juande Ramos tenía fino para la final de la Supercopa de agosto empieza a dar señales de fatiga. Mental y física. Maresca, despistado por las rotaciones y sus habituales suplencias, fue una caricatura del futbolista del curso pasado. Palop muestra un nerviosismo inesperado que ayer estuvo a punto de costar el partido a su equipo. Pero no son sólo esos dos casos. Ayer tan sólo hicieron lo que se esperaba de ellos Kanouté y Navas. En esto momentos de duda es cuando el equipo de Nervión debe demostrar la grandeza que ya se le presume. Por el momento, ayer ganó aun jugando mal y pasándolas canutas a última hora.

SEVILLA 2 - NÀSTIC 1

Sevilla: Palop; Alves, Javi Navarro, Aitor Ocio, Dragutinovic; Navas (Jesuli, m. 76), Poulsen (Martí, m. 70), Maresca, Adriano; Kanouté y Luis Fabiano (Renato, m. 48). No utilizados: Cobeño; Escudé, Kepa y Hinkel.

Nàstic de Tarragona: Bizarri; Cuellar, Cáceres, Llera, Diego García; Campano (Morales, m. 61), Merino (Serrano, m. 61), Abel Buades, Gil; Pinilla (Irurzun, m. 54) y Portillo. No utilizados: Álvaro; Matellán, Juan y Marco.

Goles: 1-0. M. 21. Kanouté empalma a la escuadra un centro de Alves desde la banda. 2-0. M. 27. Kanouté remata sobre la línea un pase en paralelo del Navas. 2-1. M. 66. Cuellar, tras un pequeño barullo en el área pequeña.

Árbitro: Turienzo Álvarez. Amonestó a Pinilla, Alves, Gil, Abel Buades, Poulsen y Llera.

Unos 35.000 espectadores en el estadio Sánchez Pizjuán.

El Nàstic llegaba con bajas a Nervión. La más importante la de Makukula, cedido al cuadro catalán precisamente por el Sevilla. Pero creyó intuir una grieta en el bloque sevillista por la banda izquierda. Ramos dejó otra vez fuera del equipo titular y hasta de la convocatoria a David Castedo -esta vez sin mayor explicación que su deseo de hacerlo- y Dragutinovic les pareció el más fácil de atacar. También demostró ambición el equipo de Tarragona. A los siete minutos ya había disparado tres veces a la portería e incluso tenía que haber marcado un gol. Portillo chutó fatal, en gran medida por culpa del mal estado del terreno de juego, cuando un balón le cayó llovido del cielo a apenas una cuarta de la línea de gol.

El Sevilla no enhebró una buena jugada hasta pasado el primer cuarto de hora del partido. Como es usual, fue Navas el que se coló como un meteoro por su banda y puso un centro al área que no supo rematar Luis Fabiano. El brasileño es otro de los debates abiertos en el sevillismo. Es un jugador de talento, pero al que se le funden los fusibles en demasiadas ocasiones. El problema surge cuando, para sacar a Luis Fabiano, el entrenador del Sevilla tiene que dejar en el banquillo a Kepa, un jugador de la cantera muy querido por la afición y con una media entre remates y aciertos verdaderamente alta. El brasileño pagó con una lesión muscular el mal estado del terreno de juego.

El partido se abrió para los sevillistas con un golazo de Kanouté. En una jugada de contraataque, Alvés colgó desde su banda un balón al pico contrario del área que empalmó Kanouté de manera magistral. Poco después, Navas se coló regateando hasta la línea de fondo y centró para que Kanouté empujara a la red. Ahí creyó el Sevilla haber ganado el partido, pero no fue así.

En la segunda mitad, el Nàstic siguió creyendo en la proeza y su trabajo a punto estuvo de fructificar. Primero, Cuéllar se aprovechó de la inseguridad de la defensa y del portero sevillistas y marcó en una jugada de muchos remates y despejes fallidos. Después, Ramos decidió sustituir a Poulsen, que se había enzarzado con el árbitro en una discusión que le costó una tarjeta amarilla, y el Sevilla perdió jerarquía y mando. Una salida en falso de Palop dejó a Portillo solo ante la puerta, aunque el delantero, que no se esperaba la cantada, no logró controlar la pelota. Ya en el tiempo de prolongación, Irurzun disparó desde lejísimos y tan sólo el larguero consiguió evitar que fuera gol.

El Sevilla acabó entre pitos y pidiendo la hora. Y cansado, muy cansado.

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