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Crónica:Fútbol | Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Villa es una gozada

El delantero despeja el camino del Valencia hacia octavos con dos goles y una exhibición más

Algún día reventará, puesto que disputa tres partidos por semana, casi todos completos, a la máxima intensidad, pero hasta entonces, hay que disfrutarlo. Villa despejó anoche el camino del Valencia hacia los octavos de final de la competición. A su manera. Con dos goles y un buen puñado de ocasiones que fabricó una imaginación desbordante. Su capacidad de aprendizaje es infinita. Sus ganas, también. El cuadro de Quique regresó anoche por la senda de la modestia, como había exigido el entrenador, e impuso su estampa de equipo cuajado y sólido ante un Shakhtar como se preveía: guapo en las formas, pero algo hueco en el fondo. A Villa le acompañó un Edu cada día más señorial, un Joaquín con toques de genialidad y un Albelda que recuperó su carácter de bulldog para reducir a la nada a la pléyade de brasileños del conjunto ucranio.

VALENCIA 2 - SHAKHTAR 0

Valencia: Cañizares; Miguel, Albiol, Navarro, Moretti; Joaquín, Albelda, Edu (Jorge López, m. 52), Regueiro (Gavilán, m. 64); Villa (Silva, m. 77) y Morientes. No utilizados: Butelle; Ayala, Hugo Viana y Angulo.

Shakhtar Donetsk: Pletikosa; Sviderskiy, Chygrynskiy, Leonardo, Rat; Fernandinho (Vorobey, m. 83), Tymoschuk, Jadson (Hubschman, m. 46), Matuzalem; Aghahowa (Brandao, m. 46) y Marica. No utilizados: Shust; Lewandowski, Duljaj y Tkachenko.

Goles: 1-0. M. 30. Villa recoge un rechace en el área, regatea a Pletikosa y marca escorado. 2-0. M. 45. Centro de Joaquín que remata en plancha Villa en el segundo palo.

Árbitro: Michael Riley. Amonestó a Tymoschuk, Marica, Albelda, Moretti y Brandao. Expulsó a Sviderskiy (m. 76).

Unos 30.000 espectadores en Mestalla.

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Edu, lesionado

¡Vaya nochecita le dio Villa al central brasileño Leonardo! Ni en sus peores pesadillas podía pensar en un delantero como éste, que lo burlara de mil maneras distintas. Leonardo perdió la noción del tiempo y del espacio y acabó por entregarle un balón limpio a Villa para que encarara al meta Pletikosa. Un obsequio que de ninguna manera podía rechazar. Quebró a Pletikosa y marcó. Con la naturalidad que le caracteriza. No sería la última vez. Justo antes del descanso, Villa acudió al segundo palo porque se olía algo. Se olía que a Joaquín al final tenía que salirle la magia. Le salió un precioso centro desde su banda, de esos pases que atraviesan las fronteras de los brazos en alto de los porteros, y llegan junto donde querían: donde el delantero sólo debe ubicar adecuadamente la cabeza. El segundo tanto de Villa, el tercero en este su debut en la Liga de Campeones, en la que tiene prisa por grabar su apellido.

Estaba muy necesitado Joaquín de una acción como ésta. Un poquito de jabugo para aligerar la presión que le estaba cargando en las últimas jornadas, que ni era titular en el Valencia ni en la selección. Pues bien, ayer fue Joaquín en estado puro. Capaz de dejar tirado a su equipo por abusar de la jugada individual (cinco atacantes colgados esperando un pase que no llegó, lo que obligó a Albelda a ganarse la tarjeta amarilla para romper el contragolpe ucranio); y capaz, poco después, de levantar el estadio con ese centro sutil, enjabonado hacia la cabeza de Villa. El público se alzó para reconocer su talento, y sus compañeros corrieron a abrazarlo porque sabían que era muy importante para él. Curro Romero deambula por el callejón del 8 en Mestalla.

Quique dejó en el banco a Ayala, que fue una manera de señalarlo tras la derrota ante el Celta en Vigo. Nadie discute su categoría como central, pero sí la conveniencia o no de que, a sus 33 años, dispute dos partidos por semana. Regresó Albiol y asumió con suficiencia los galones del ausente argentino. Hubo de estar muy rápido para parar al velocísimo Marica. A partir de ahí, Albelda marcó la raya y Edu, que cada vez ocupa más campo, se paseó con el porte de un mariscal. El Shakhtar resultó un conjunto más bonito que efectivo. Eminentemente técnico. El capitán Tymoschuk sabe pegarle duro a la pelota. Y Matuzalem, además de ese nombre de resonancias bíblicas, es un mediocampista con pegamento en la bota izquierda. Dirigió con gracia al cuadro de Donetsk, flojo, sin embargo, muy flojo en tareas defensivas.

Edu volvió del descanso con un par de regalos a la grada -dos excelentes pases- antes de despedirse de ella doliéndose de los abductores. Una pena para el espectáculo, pero una alegría a la vez poder ver de nuevo a Jorge López después de muchos meses en los que el fútbol le ha dado la espalda. Le falta ritmo, claro, y una pérdida suya en el centro del campo a punto estuvo de costarle el 2-1. Pero se resarció poco después y cumplió con creces como acompañante de Albelda. Villa, mientras, seguía empeñado en marcar un gol olímpico y no parece que vaya a parar hasta conseguirlo. El Valencia se sintió dueño absoluto del encuentro y el Shakhtar mascó su impotencia con entradas desagradables como el codazo de Brandão a Joaquín que el árbitro sólo castigó con una amarilla. Quique ya pensó en a quién le interesaba darle descanso. A Villa, por supuesto, que recogió la enésima ovación de una hinchada que sabe que está ante un delantero universal. Y que hay que disfrutarlo.

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