El petróleo da un respiro
Como ya había avanzado el INE en la estimación provisional a finales del mes pasado, el IPC nos dio una agradable noticia en septiembre al caer la inflación interanual del 3,7% al 2,9% (gráfico izquierdo). El consenso de previsiones ya esperaba una sustancial reducción basándose en la fuerte subida mensual que registraron los precios de la energía en septiembre de 2005, un 3,2%, lo que tuvo una contribución al aumento del IPC total de tres décimas porcentuales. Bastaba con que este año no se repitiera esa subida para que el aumento mensual del IPC fuera inferior, al menos en esas tres décimas, al de un año antes, con lo que la inflación interanual se reduciría en la misma medida.
Lo verdaderamente positivo del IPC de septiembre es la reducción de la inflación subyacente
Lo que ha ocurrido es que los precios de la energía no sólo no subieron el mes pasado sino que disminuyeron un 3,8%, restando tres décimas largas al aumento del conjunto de la cesta de la compra. La tasa interanual del grupo de la energía se redujo del 8,2% en agosto al 0,9% en septiembre (gráfico central), lo que explica siete de las ocho décimas en que se redujo la inflación total. La otra décima es atribuible a la llamada inflación subyacente, que bajó del 3% al 2,9%, debido a la desaceleración de los precios de los bienes industriales no energéticos (bines) y a la moderada caída del precio de los aceites, que redujo ligeramente la inflación anual del grupo de alimentos elaborados (gráfico derecho). El precio medio del aceite aún debería seguir bajando en los próximos meses, pues no ha recogido más que parcialmente la fuerte reducción de los precios en origen.
Aunque la bajada de la inflación total sea espectacular y, por supuesto, tenga repercusiones importantes (por ejemplo, menores costes de las revisiones de las pensiones, salarios, alquileres, etcétera), lo verdaderamente positivo del IPC de septiembre es la reducción de la inflación subyacente, pues indica que las fuertes subidas del precio de la energía (el barril del Brent pasó de una media de algo menos de 29 dólares en 2003 a 67 dólares en los nueve primeros meses de 2006) apenas están teniendo efectos indirectos sobre el resto de bienes y servicios o de segunda ronda, a través de subidas de los salarios y otros costes de producción. Los mayores grados de competencia en los mercados de bienes y de factores productivos -por la mayor apertura al exterior y la globalización- y de flexibilidad -por las reformas introducidas en las últimas décadas- explican que, al contrario que en el pasado, no se haya reproducido la espiral inflacionista. En todo caso, la inflación actual no debería dejarnos satisfechos, ya que sigue superando excesivamente el promedio de la zona del euro, lo que nos hace perder competitividad.
En el gráfico izquierdo se muestran las nuevas previsiones de inflación hasta finales de 2007, realizadas bajo la hipótesis de que el precio del petróleo se mantenga entre 60 y 63 dólares el barril en lo que queda de este año y que suba durante 2007 a 67 en media anual. Para el mes de octubre en el que nos encontramos, se espera una reducción adicional de una décima, aunque luego en los dos meses siguientes podría repuntar de nuevo para acabar el año en el 3%. Esta tasa se mantendría durante el primer trimestre de 2007, descendería por debajo del 2,5% en los meses centrales y repuntaría de nuevo hasta el 3% en diciembre, dando una media del 2,7%. Si el precio del petróleo se fuera a 80 dólares, dicha media sería un punto superior. Ése es el riesgo, para la inflación y para que el BCE apretara más de lo previsto las tuercas de los tipos de interés.
Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
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