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Tribuna:MODELOS DE CIUDAD
Tribuna
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Rivas, el urbanismo que no da miedo

Tiene cada ciudad sus propias señas de identidad, su alma, su peculiaridad. Este conjunto de factores, muchos de ellos intangibles, que configuran ese hermoso invento de la humanidad para vivir asociados que son las ciudades, son el referente de dignidad con que sus vecinos y ciudadanos se identifican y se sensibilizan.

En Rivas, uno de estos referentes es su modelo de ciudad. Aunque hay otros: la primera gran iniciativa que se da en España para reivindicar la memoria histórica que se plasmó en un concierto homenaje público a los viejos republicanos que trajeron la primera democracia a nuestro país, o el II Foro Social Mundial de las Migraciones, continuación del de Porto Alegre. Decía que uno de nuestros referentes es el modelo de ciudad, no sólo desde el urbanismo, que también, sino sobre todo desde el espacio urbano configurado como un lugar de encuentro, aquel en el que los ciudadanos aman y viven. Un modelo urbano y ciudadano, el de Rivas, que ha querido tener en cuenta, en primer lugar, a las personas y sus necesidades. Pero no de cualquier modo. Hemos preferido marcar bien los tiempos, acompasando la construcción de viviendas con la dotación de equipamientos educativos, culturales, deportivos y sociales. Y lo hemos adaptado a un entorno como el Parque Regional del Sureste, que ocupa el 71% del término municipal, y en el que no se puede construir.

A Rivas se la conoce fuera por algunas de sus señas de identidad. Somos una ciudad sostenible, con la primera ordenanza municipal medioambiental que obliga a las empresas constructoras a instalar en todas las nuevas edificaciones, sean públicas o privadas, paneles que aprovechen la energía solar. Rivas, una localidad que ha descontaminado con recursos propios el antiguo vertedero de Madrid, el mayor vertedero incontrolado de Europa, para devolvérselo a los ciudadanos transformado en un inmenso parque en el que pasear.

Tras lo relatado, no cabe duda de que somos una ciudad diferente, y esto parece no gustarle a algunos. Contra esta ciudad, contra su proyecto de vida y desarrollo, arremetió la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en el último debate sobre el estado de la región, que se celebró los pasados días 18 y 19 de septiembre. Y lo hizo de la peor manera, vinculando el modelo de Rivas y el de Seseña (Toledo). Cierto que sólo estableció una comparación numérica, pero dicho así, sin posibilidad de aclaración o réplica, su diatriba tenía un único fin: el desprestigio. Esgrimió una cifra como único argumento: más de 14.000 viviendas previstas por el Plan de Ordenación Urbana de Rivas. Y no aclaró más. Todos al mismo saco, el de la sospecha, pensarían los que la escucharon.

Se olvidó decir que de esas 14.000 viviendas, aprobadas por su Consejo de Gobierno en febrero de 2004, el 55% son de protección publica. Tampoco dijo que 1.800 de las mismas van a ser construidas por la propia Comunidad de Madrid. Sí, suyas, señora Aguirre. Y que cerca de 6.000 son propiedad del Ayuntamiento, es decir, de los vecinos y trabajadores de Rivas, y que, por tanto, menos del 50% pertenecen a la iniciativa privada. Prefirió callarse estos hechos. Para sus fines era más útil una descontextualizada comparación numérica, no cualitativa, ni social, ni siquiera medioambiental.

Podría haber dicho que el Ayuntamiento de Rivas ha urbanizado y entregado 1.300 viviendas de protección pública en la actual legislatura, todas ellas construidas en zonas dotadas con las instalaciones públicas (deportivas, culturales, de zonas verdes, etcétera) que la ciudadanía necesita, y que ella, eso sí, en el mismo periodo sólo va a edificar un 7% de las prometidas en su hiperpublicitado Plan Aguirre. Podría haber citado que la edad de emancipación de los jóvenes ripenses se sitúa cuatro años antes que la media regional. En fin, podría haber dicho esto y mucho más, pero prefirió callar.

Pero hubo algo que le llevó a desfigurar la realidad: tal vez los ánimos exaltados de su grupo parlamentario, o quizás un intento consciente de sellar las señas de identidad de una ciudad que se está haciendo, y cuyo modelo social, territorial, urbanístico y ciudadano no le gusta.

Es posible que este desliz se explique por falta de información, o bien porque habló de oídas. Para subsanarlo queda este artículo aclaratorio, que sirve también de invitación para que visite nuestra ciudad y compruebe con sus ojos cómo se urbaniza pensando en los ciudadanos y no en las constructoras. Así, tal vez, la sintamos más cerca y, de paso, descubra una ciudad que no ha tenido el gusto de recibirla desde que es presidenta de la Comunidad de Madrid.

José Masa Díaz es alcalde de Rivas-Vaciamadrid.

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