"Sin duda, ya hay una candidatura consolidada"
François Hollande, de 52 años y líder del Partido Socialista (PS) francés, ha anunciado que no aspira a ser el candidato a la presidencia francesa. Su pareja y compañera de partido, Ségolène Royal, ya ha formalizado su candidatura a las primarias socialistas.
Pregunta. ¿Por qué ha renunciado a ser candidato?
Respuesta. Como primer secretario siempre he velado por la unión de los socialistas, y nunca he confundido mi responsabilidad al mando del partido con la preparación de una candidatura. Ésta sólo tenía sentido si permitía la unión de todos, porque yo estoy al servicio del PS, y no al contrario. Mi único objetivo es la victoria de la izquierda en 2007, no mi destino personal.
"No llamo [ahora] a la unión de los soicalistas en torno a Ségolène Royal. Lo haré sólo con la persona que sea designada"
P. ¿Le ha costado tomar esta decisión?
R. Desde luego, uno siempre piensa que es el más cualificado, el más legítimo. Yo mismo pensaba que lo había demostrado con la recuperación del PS después del 21 de abril de 2002 [elecciones presidenciales], al ganar las elecciones regionales y europeas de 2004, y conseguir la unión en torno al proyecto. Desde el momento en que se podían presentar otras soluciones y yo no estaba en situación de ser el candidato en las condiciones que me había fijado, se imponía esta decisión. He comprendido que mi papel no era el de ser uno más, sino el de permitir de nuevo la unión de los socialistas después de la votación [de las primarias internas] del 16 de noviembre y, si es necesario, la del 23. Mi misión será, junto con el candidato, llevar a la izquierda a las elecciones presidenciales, a las legislativas y, llegado el momento, transmitir los poderes como primer secretario.
P. ¿No tenía usted legitimidad como primer secretario?
R. El congreso de Le Mans habría debido ser el congreso de investidura para las presidenciales, a través de la elección del primer secretario. Pero al ser este congreso el de la reconciliación necesaria entre el sí y el no
[a la Constitución europea] en el seno del PS, la cuestión de las candidaturas quedó abierta. La unión tenía este precio. Observo que el único primer secretario investido como candidato ha sido François Mitterrand, en 1974 y luego en 1981, por lo tanto, no es automático. Creo, sin embargo, que el [actual sistema por mandatos de un] quinquenio nos obliga a cambiar los procedimientos. En efecto, lo lógico debería ser que el congreso anterior a la elección fuera el de la designación. Eso evitará en el futuro esta interminable campaña interna.
P. Ségolène Royal dijo que usted tomaría su decisión en pareja. ¿Se ha dado el caso?
R. No, y no tenía por qué darse. Ha habido discusiones, como con otros. Pero siempre he considerado que tanto ella como yo debíamos actuar con responsabilidad y libertad.
P. Retirarse en favor de su compañera. ¿Eso es lo moderno?
R. Nunca me he planteado la cuestión así. Yo decido en función del interés general. Nunca he hecho que prevalezca una elección individual o personal. No hay en ello ni arrojo ni humildad.
P. ¿Pero habría tomado esta misma decisión si ella no hubiera estado en liza?
R. Sí, exactamente la misma. No está ligada a las personas, sino al contexto. Sin duda, ya se ha consolidado una candidatura.
P. ¿Decide la opinión pública?
R. En democracia, cuenta forzosamente. Desde el momento en que el PS no se mostraba coherente para cerrar una candidatura en torno a su primer secretario, era muy previsible que lo que se llama equivocadamente opinión pública -es decir, nuestros simpatizantes, nuestros militantes- secunde a una persona que encarne su voluntad de victoria. Paradójicamente, ha sido la multiplicación de los candidatos lo que ha permitido que haya surgido esa persona, que era menos previsible que otras.
P. ¿Afecta esto a la naturaleza del Partido Socialista?
R. No está en duda. No porque haya 80.000 nuevos afiliados vamos a perder el rumbo. Los que se acercan a nosotros son simpatizantes nuestros desde hace mucho tiempo, muchos nos han seguido en las campañas electorales y algunos tienen el remordimiento de no haberlo hecho antes. Pertenecen a nuestra cultura política. La apertura del PS es su fortuna. No por una candidatura que se dé por hecha, sino por un éxito colectivo en 2007. Yo seré, como primer secretario, el garante no sólo de la unidad de los socialistas, sino de su proyecto y de la línea de su partido.
P. ¿Llama usted a la unión en torno a Ségolène Royal?
R. No. Llamaré a la unión de los socialistas en torno a la persona designada. No daré a conocer mi elección durante el periodo en que los militantes deben hacer la suya. E intervendré si me parece que está en juego lo esencial. Mi papel consiste en garantizar la claridad del debate y el respeto: respeto a los candidatos, al proyecto, a los afiliados e, insisto, respeto a su voto. La democracia no debe ser un procedimiento, sino un impulso. Yo añado que no se debate sobre tres socialismos, sino sobre tres concepciones de la acción política. La unión, después de la votación, será más fácil.
P. ¿Cuál va a ser su papel en la campaña?
R. La referencia es la de Mitterrand en 1981. El candidato puede tener su propio equipo, pero la definición estratégica de la campaña deberá hacerse en torno al PS plenamente implicado en la perspectiva de unión de la izquierda.
P. ¿Si es designada Ségolène Royal, hará su campaña con sus propios comités electorales?
R. No, en interés propio de la candidata, si es la que sale elegida. El partido es una fuerza mayor de la que nadie puede prescindir y el proyecto socialista no es una carga que hay que llevar, sino una apuesta para convencer. Quien lo olvide cometerá un error.
P. ¿La suerte estará echada en la primera votación de los militantes?
R. El voto debe ser claro, eso es lo que pido.
P. ¿No teme desaparecer, en caso de que gane Ségolène Royal?
R. Soy diputado desde 1988 y alcalde desde 2001. Serán los electores quienes decidan mi futuro.
© Le Monde / EL PAÍS Traducción de Paloma Cebrián (News Clips).
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