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La corrupción urbanística

La presidenta de la Comunidad de Madrid respaldó siempre a Porto

La dimisión del director de Urbanismo de la Comunidad de Madrid, Enrique Porto, tiene una intrahistoria. A mediodía de ayer, este diario le pidió su versión sobre la venta de unos terrenos de su propiedad recalificados en Villanueva de la Cañada, incluidos en un plan autorizado por él y redactado por su socio. Igualmente se recaba la versión de su portavoz en la Consejería de Medio Ambiente, de la que depende. Ambos quedan en dar una respuesta a lo largo del día. Porto alega que está reunido con su consejero de Medio Ambiente, Mariano Zabía (PP). Pero no hay respuesta. Dos horas más tarde se anuncia su dimisión. Hasta la mañana de ayer, cuando conoció la información que preparaba este diario, el Gobierno regional que preside Esperanza Aguirre arropaba públicamente a Porto. Zabía mantenía días atrás que Porto era "un gran profesional",

A Zabía le daba igual que Porto hubiera autorizado media docena de planeamientos en la región madrileña para distintos municipios (Villanueva de la Cañada, Moralzarzal, Moraleja de Enmedio, etcétera) como director de Urbanismo que le habían presentado sus socios privados o parientes directamente o a través de Plarquin (firma de sus socios); que esta empresa pagase un alquiler a una empresa de Porto, ya que está enclavada en la sede de sus inmobiliarias.

Media docena de planes

Tampoco pestañeó el consejero de Presidencia, Francisco Granados, cuando se enteró de que la sociedad pública regional Arpegio había contratado a Plarquin, la empresa controlada por los socios de Porto para un plan en Valdemoro. El Gobierno regional tampoco pareció sentirse alarmado por el hecho de que en el único expediente en que dijo haberse inhibido, la revisión de las normas subsidiarias de El Molar, se demostrase que sí intervino en las fases previas a su elevación a la comisión de Urbanismo.

Según su portavoz, "se inhibió cuando se tenía que inhibir". Eso sí, el trabajo previo ya estaba hecho: Porto había reclamado y urgido todos los informes que desbloquearían un sector en el que intervino antes de su nombramiento.

Este diario publicó cómo los planes privados redactados por Porto o Plarquin tenían una suerte especial. Si bajo su antecesor cosechaban informes negativos, bajo su mandato se desbloqueaban. Su portavoz alegaba que Porto no podía cambiar los informes de todos. A su ubicuidad como diseñador privado y autorizador público de planes ha añadido el de propietario beneficiado por los mismos. Ha sido la gota que ha quebrado su respaldo oficial.

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