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Angola, un territorio sentimental

LOBO ANTUNES ha declarado que no es posible hacer una novela sobre la guerra porque algo tan horrible y violento no es materia de ficción. Sin embargo, aunque no hable de hechos puntuales -sólo lo hizo en su libro El culo del mundo, donde cuenta cómo la policía política llegaba y hacía cavar al primer negro de la fila su fosa, le obligaba a meterse dentro y luego le disparaba, el segundo tapaba la fosa, abría la suya, se metía dentro y otro disparo...-, la guerra de Angola siempre ha estado presente en el horizonte literario-sentimental del escritor. En el país africano aprendió un nuevo concepto del tiempo, ese eterno presente que es la principal característica de su obra. "Y aquí me tienes", escribe en enero de 1972, "en la cima de un monte. La tierra, azul a lo lejos, parece el mar

... Trabajo en un puesto de socorro 'minable' a lo Céline, con un enfermero negro, cojo, de cabeza de yunque, que no tiene ni un solo medicamento para darle a nadie. Todo herrumbroso y viejo, cayéndose de podrido. En contraste, mangos preciosos por todas partes. Y la misma lentitud de los días. Hoy he necesitado al furriel enfermero: había salido. Fui tras él, le pregunté a un indígena si lo había visto, señaló hacia una dirección cualquiera y añadió: 'Va lejos, pero va cerca'. La asombrosa sutileza de esta respuesta es lo que hasta ahora más me ha impresionado en África".

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