Akie Abe, la primera dama de Japón, baila flamenco
Fue pinchadiscos en una emisora de radio y le apasionan las telenovelas surcoreanas
Akie Abe baila flamenco y es una seguidora tan apasionada de las telenovelas surcoreanas que ha comenzado incluso a estudiar esa lengua. Le gusta beber de vez en cuando alcohol -hecho inusual entre las mujeres japonesas-, en contraste con su marido, quien sólo toma té, y en el pasado llegó a trabajar de pinchadiscos en una emisora de radio local. Es la primera dama que tiene Japón en cinco años y medio, la esposa del halcón nacionalista Shinzo Abe, quien el martes fue elegido primer ministro por el Parlamento.
La pizpireta Akie Abe, de 44 años, acapara la atención y ofrece el glamour que los japoneses echaban de menos junto al hasta ahora primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, un político carismático y con mucho éxito con el electorado femenino, pero sin una esposa a su lado, por ser un divorciado al que, además, no se le conoce compañera.
No parece probable que el rápido ascenso de su marido a la jefatura de Gobierno, tras haber ejercido hasta ahora sólo una cartera ministerial, la de portavoz gubernamental, y ello tan sólo desde hace 12 meses, vaya a desconcertar a Akie Abe, dado que tiene el entrenamiento de los 13 años que lleva Shinzo Abe en la política, concretamente en el gobernante Partido Liberal Democrático, en los que ha encarnado el ideal de la esposa de un político al haber hecho campaña con entusiasmo por él mientras que mantenía el perfil bajo que se esperaba de ella.
Akie Abe, quien estudia baile flamenco y fue conocida como Ackey en su etapa de pinchadiscos a finales de los noventa, es hija del ex presidente de Morinaga, uno de los principales productores de artículos de chocolate y confitería de Japón, tan populares como lo son entre las mujeres japonesas las telenovelas coreanas, aspectos ambos que hacen que la población japonesa sienta muy cercana a la primera dama. Akie, que antes de su boda trabajó en una de las primeras agencias de publicidad de Japón y que ahora ha avanzado que quiere aumentar el papel de primera dama, está mucho más en el centro de la noticia que sus antecesoras, quienes procuraban pasar casi inadvertidas, por lo que la población no sabía ni siquiera sus nombres.
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