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Un joyero muere tiroteado por cuatro asaltantes en una calle de Centro

Los agresores esperaban al fallecido, con el que forcejearon para quitarle un maletín

José Manuel M. R. -un representante de joyería de 61 años, según fuentes policiales- fue asesinado anoche a la altura del número 13 de la calle de Isabel la Católica, en pleno centro de Madrid, y a unos 400 metros de una comisaría. Dos individuos le habían estado esperando en el interior de un automóvil. A su paso, hicieron una señal a otros dos, que se acercaron en una motocicleta y trataron de arrebatarle el maletín donde transportaba joyas. Tras forcejear con la víctima y no lograr apoderarse del botín le dispararon al menos cuatro tiros. Luego huyeron.

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Sobre las ocho menos cuarto de la tarde, José Manuel M. R. caminaba por Isabel la Católica acompañado de dos personas. A la altura del número 13, según varios vecinos, dos individuos le esperaban en el interior de un Renault Clío de color azul marino donde habían permanecido todo el día.

Éstos le habrían estado esperando para dar la señal a otras dos personas que acudieron al lugar en una scooter. "Esos dos llevaban ahí metidos todo el día. Eran muy sospechosos", explicó Carlos, un vecino.

Los ocupantes de la motocicleta, que irrumpió de golpe en escena, iban armados cada uno con una pistola, según los testigos. Se pararon frente a él y trataron de arrebatarle el maletín entablando un largo forcejeo con la víctima. Ésta se resistió con todas sus fuerzas para impedir que se lo quitaran. Tras golpearle varias veces con los puños y con la propia pistola, uno de los pasajeros, que se había bajado de la motocicleta, le disparó al menos cuatro veces a bocajarro. A pesar de la violencia del suceso, la víctima no soltó el maletín y se desplomó sobre el asfalto.

El lugar del suceso está enfrente de la salida trasera del teatro Lope de Vega, donde se representa el musical Mamma Mia. Varios de los técnicos que en ese momento se tomaban un respiro empezaron a gritar pidiendo socorro. "Uno de ellos se ha abalanzado contra uno de los atracadores. Se han puesto nerviosos y han arrancado a toda velocidad para huir calle abajo", explicó José, un vecino que presenció todo desde el balcón de su casa.

Ya en el suelo y tumbado boca arriba, la víctima se colocó el maletín debajo de la cabeza para impedir que se lo arrebataran, según cuenta el cocinero del restaurante de enfrente que también fue testigo desde la ventana de la cocina. "Debía llevar algo muy importante porque lo protegía con toda su alma", consideró. Algunos de los testigos acudieron entonces a socorrer al fallecido.

Dejando un reguero de sangre que descendía por la calle, los agresores huyeron en la motocicleta sin el botín que, pocas horas más tarde, le costó la vida al joyero. A causa de los disparos, la víctima entró en parada cardiorrespiratoria, de la que fue reanimado por facultativos del SAMUR, que lo trasladaron al Hospital Clínico.

Segundo intento de robo

Pero uno de los impactos de bala le había perforado el tórax y le atravesó la aorta. Recién entrado en el quirófano, falleció sin que los médicos pudieran hacer ya nada por salvar su vida.

El presidente del Gremio de Joyeros de Madrid, Armando Rodríguez, comentaría a Efe después que la víctima, había sufrido otro intento de robo hacía dos meses

Empuñando todavía las pistolas, los dos asaltantes bajaron con la moto la calle de Flor Baja, circulando en dirección contraria y provocando el pánico en la terraza de un bar cercano.

"Los clientes han salido corriendo hacia dentro del bar, tirando las copas y las sillas", explicó un camarero del establecimiento. "El pasajero no llevaba casco y era de piel oscura", aseguró uno de los clientes del bar. Justo en la calle paralela está la comisaría de Leganitos. Según los testigos, los agentes tardaron pocos minutos en acudir al lugar. "Hay que estar muy loco o tenerlo muy bien planeado para hacer algo así aquí. Ésto está minado de policía", dijo un testigo.

La policía acordonó poco después la zona y una grúa se llevó el Renault Clío azul donde habían estado esperándole los dos individuos. "Uno de los ocupantes era rubio y llevaba la cabeza rapada con una corona de pelo. No paraba de fumar un cigarrillo tras otro", explicó el familiar de uno de los empleados del teatro que esperaba en la puerta y que se percató de que el vehículo llevaba mucho rato aparcado con los ocupantes en su interior.

Alrededor del cordón se formó una gran expectación. Muchos transeúntes que habían huido despavoridos, se acercaron de nuevo para ver el desenlace del suceso. "Ha sido como en una película. Llevo 21 años viviendo aquí y nunca había visto nada parecido", relató Angélica, que paseaba a su perro.

Pasadas las once, los técnicos cuyos compañeros presenciaron el asesinato, salían del teatro. Todos se interesaron por el desenlace: "Lo han matado para nada".

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