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Crónica:Fútbol | Cuarta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Parte de incidencias en Getafe

Tres expulsiones, un gol fantasma y nada de fútbol acaban con un justo empate

Los malos partidos a veces tienden a convertirse en un parte de incidencias varias para que verdaderamente parezca que se ha jugado un encuentro de fútbol. Getafe y Athletic, en horas muy bajas, con distintas espadas de Damocles sobre sus cabezas, decidieron suscribir un atestado futbolístico con líneas y más líneas de algo relacionado muy remotamente con el fútbol. Por ejemplo, inconscientemente se produjo un gol fantasma en el que el Getafe se limitó a efectuar un saque de esquina. Todo lo demás lo hizo el Athletic: el portero salió mal, el defensa peinó hacia atrás, Garmendia peinó contra la cruceta y luego casi le da el balón en la mano. No pareció gol, pero se pareció al fútbol aunque fuera por accidente.

GETAFE 0 - ATHLETIC 0

Getafe: Abbondanzieri; Contra, Belenguer, Alexis, Paredes; Celestini; Redondo (Pachón, m. 62), Paunovic, Sousa (Casquero, m. 62), Nacho; y Güiza. No utilizados: Pulido, Cotelo, Cortés, Licht y Luis García (p. s.)

Athletic: Lafuente; Murillo, Sarriegi, Ustaritz, Amorebieta (Expósito, m. 18); Javi Martínez, Orbaiz; Iraola, Garmendia (Llorente, m. 68), Yeste (Luis Prieto, m. 86); y Aduriz. No utilizados: Tiko, Gabilondo, Dañobeitia y Lafuente (p.s.)

Árbitro: Ramírez Dominguez. Expulsó a Aduriz (m. 41) por agresión y a Contra (m. 51) y Murillo (m. 86) por doble amonestación. Amarillas a Yeste, Orbaiz, Javi Martínez y Ustaritz.

Unos 14.000 espectadores en el Coliseum Alfónso Pérez.

Luego llegaron las brusquedades. Murillo barrió a Nacho y se ganó la tarjeta, pero más tarde Redondo levantó la suela a la altura del muslo de Sarriegi y el árbitro no observó ni falta. Más tarde, Orbaiz se llevó como un tren a un rival, con un riesgo físico tremendo para el futbolista del Getafe, y el árbitro expulsó a Aduriz por agresión en la mini tangana posterior. Estaba claro que al árbitro también estaba lejos del fútbol y le importaban más las incidencias que los asuntos del juego. Vamos, que los golpes no le dolían suficientemente. En un partido que, a pesar de la tensión, había nacido lleno de deportividad, debió acabar la primera mitad con tres hombres menos sobre el campo (Orbaiz, Aduriz y Redondo).

El fútbol podía esperar, al parecer, porque no había pases, ni combinaciones, ni paredes, ni ocasiones. Era el típico partido donde se debaten circunstancias y se olvida lo profundo. Al Athletic le urgen los resultados porque el club amenaza una metástasis galopante: unos critican al presidente y quienes le defienden atacan a los jugadores. El entrenador tampoco es ajeno a la polémica. Ayer, Sarriugarte tiró por la calle de en medio y decidió prescindir de los consagrados (Urzaiz, Gabilondo, Aranzubia...) y apostar por una nueva revolución. Morir matando debió pensar, aunque lo cierto es que el joven técnico rojiblanco aún no ha dado con los jugadores que deben llevar a cabo su proyecto futbolístico, poco definido todavía.

El Getafe mantiene sus señas de identidad y se ha entregado a Celestini para que le conduzca a la portería rival. El suizo tiene buen manejo del balón y controla los espacios. En general, el Getafe maneja adecuadamente el balón (frente al Athletic del pelotazo largo). Pero en el área ambos mueren igual: por inanición.

Para colmo, al Getafe la ventaja numérica le duró apenas seis minutos, los que necesitó Contra para hacer una tontería en el centro del campo y ser el primer getafense en ducharse. Así, que vuelta a empezar: el Getafe, a los impulsos de Celestini y el buen hacer de Nacho, y el Athletic por los impulsos físicos del joven Javi Martínez, excesivamente castigado por sus rivales, que frenaron en falta todas sus galopadas.

Lo cierto es que el Getafe, ya con diez, puso más ganas de ganar que un Athletic demasiado empeñado en restablecer su imagen profesional (muy denostada últimamente por un sector de la afición) antes que jugar al fútbol, algo que sólo se atisbó en un motivado Yeste. Pero seguía habiendo incidencias (cambios, otras entradas duras, y cosas así) y ninguna ocasión de gol. Ni siquiera algo que se le pareciese de lejos. Era un tratado de impotencia que al Athletic se le convirtió en un sufrimiento de urgencias cuando a falta de cinco minutos también fue expulsado Murillo, por doble amonestación.

Decididamente, era tiempo de gladiadores, más que de futbolistas. Por eso se reivindicó Javi Martínez, un proyecto de gran futbolista que ha empezado por abajo: por trabajar. Schuster apeló a Pachón, rememorando aquel año que le hizo tres goles al Athletic, por si quedara algo de ello. Pero corren otros tiempos. Tiempos de penuria en el Getafe y de crisis en el Athletic.

Un jugador del Getafe es atendido en el césped mientras los futbolistras del Athletic protestan al árbitro.
Un jugador del Getafe es atendido en el césped mientras los futbolistras del Athletic protestan al árbitro.EFE

El partido de Lamikiz

Fernando Lamikiz, presidente del Athletic, no viajó a Getafe tras la reprobación que sufrió el pasado domingo en San Mamés por la casi totalidad del público. A tres días, ayer, de la asamblea de socios, en la que se especula con su posible dimisión, trasladó el testigo a la vicepresidenta, Ana Urkijo, sobre la que se especula que podría ser su sustituta ocasional.

La especulación rojiblanca ha llegado a todos los terrenos. Sarriugarte, también especula con cada alineación en cada partido. Ayer decidió por la revolución en todas las lineas. Cambió de portero (Lafuente), de central (Ustaritz), de medio centro (Javi Martínez) y de delantero (Garmedia), dejando en casa a un futbolista singular (Urzaiz). La edad media del equipo se rebajó hasta los 24 años, entre los 30 de Lafuente y los 18 de Javi Martínez.

El Athletic está bajo sospecha. Una derrota en el Coliseum de Getafe afianzaría la dimisión de Lamikiz y una derrota podría animarle a continuar. Casi nadie sabe lo que pasa por su cabeza. Lo que si era unánime en Bilbao es la sensación de que el equipo está bajo mínimos. Ayer no rompió esa impresión.

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