Una jornada gastronómica
El Ramadán impone a los fieles el ayuno desde la salida hasta la puesta del sol. En torno a las siete de la tarde, los musulmanes pueden hacer su primera comida, que por lo general suele ser muy abundante. "La gente cree que adelgazamos durante el Ramadán pero no es cierto, ya que comer a deshoras y dulces son cosas que engordan", asegura Imane.
La primera comida del día, o ya de la noche, suele hacerse con mucha gente y normalmente en familia. Los platos se amontonan en una mesa de la que come todo el mundo. Es como una gran merienda con un carácter festivo que se parece a una celebración de cumpleaños, si bien está vetado el alcohol y el menú es un tanto especial.
Meryem es una cocinera experimentada que suele hacer suya la responsabilidad de preparar el banquete. Lo más habitual es un menú compuesto por leche, dátiles, una sopa llamada Harira que lleva garbanzos, carne, tomate y lentejas; unos dulces típicos de Marruecos (los Chebakia) ricos en almendras y miel; empanadillas rellenas de carne y cebolla, y huevos cocidos. "Comemos de todo un poco, y eso no sé si es muy bueno", asegura divertida Meryem.
Tras los pasteles, lo más normal es que el se te convierta en el protagonista de la sobremesa, aunque también se bebe agua y zumo.
La siguiente comida suele realizarse en torno a las cinco de la mañana, para prepararse para el largo día. Suele ser mucho menos consistente, parecida al desayuno europeo. Hay quien incluso se levanta para fumar algún cigarrillo y matar el mono durante unas horas antes de volver al ayuno.
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