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Reportaje:

Los diamantes ensangrentados de DiCaprio

'Blood diamond', el nuevo filme del actor, liga las gemas con la guerra y alarma a la industria

Andrea Rizzi

Prevenir antes que curar. Y defenderse atacando. La industria del diamante ha elegido ésa como su estrategia, y a tres meses del estreno de Blood diamond -una película protagonizada por Leonardo DiCaprio y cuyo argumento trata el contrabando de las piedras preciosas en zonas de conflicto de África- ya ha puesto en marcha una campaña con vistas a la mejor protección de la imagen del sector.

El estreno de Blood diamond está previsto en Estados Unidos para el día 15 de diciembre y amenaza con ensombrecer el brillo de las joyas justo en el medio de la lucrativa campaña de ventas navideña. En la película -dirigida por Edward Zwick, autor de El último samurái-, DiCaprio interpreta a un mercenario que sigue la pista de un raro y precioso diamante rosa en Sierra Leona, un país que resultó devastado en los años noventa por una sangrienta guerra civil animada también por el contrabando de diamantes.

Para prevenir el impacto negativo del filme, que se estrenará en Europa en 2007, el World Diamond Council -el consejo que reúne a una cincuentena de asociaciones industriales del sector- ha lanzado hace unos días diamondfacts.org, un sitio web que ofrece datos sobre el sector, así como sobre su impulso al desarrollo en las regiones africanas donde trabaja y sobre su esfuerzo para erradicar el drama de los blood diamonds (diamantes sangrientos).

Según Naciones Unidas, los blood diamonds (también conocidos como conflict diamonds) son aquellos que proceden de áreas controladas por fuerzas opuestas a gobiernos legítimos e internacionalmente reconocidos, y que son utilizadas para financiar acciones militares contra esos gobiernos o contra decisiones de las Naciones Unidas.

Se trata de un drama mundial que también había sido denunciado por el rapero estadounidense Kanye West, con su canción Diamonds from Sierra Leone, que resultó ganadora del Grammy a la mejor canción rap de 2006. En ella, West utiliza extractos de Diamonds are forever, el tema interpretado por Shirley Bassey que servía de banda sonora a la homónima película de James Bond.

Diamondsfacts.org apunta sin embargo a que el porcentaje de blood diamonds en el mercado mundial ha bajado desde 2003 del 4% a menos del 1%, y ello gracias al esfuerzo desarrollado conjuntamente por el sector y los gobiernos implicados. Y añade, citando al líder surafricano Nelson Mandela, que "la industria del diamante es vital para la economía del Sur de África".

Las cifras presentadas son contundentes: África extrajo el año pasado diamantes para un valor de unos 6.600 millones de euros. Esos ingresos -siempre según informaciones del sector- garantizan asistencia médica adecuada a cinco millones de personas en en sur de África.

En Botsuana, que es el mayor productor mundial, gracias a esos ingresos todos los niños reciben educación gratuita hasta los 13 años. Y en Sierra Leona ya no hay guerra, se subraya en el sitio, casi indicando que en todo caso el trasfondo de la película de DiCaprio pertenece al pasado.

El mensaje emitido por la industria del diamante es claro y fuerte. No inferior, sin embargo, resulta ser el empuje publicitario que con todo esto ha recibido la película. La polémica ha sido abundantemente recogida en estos días por la prensa anglosajona, incluida una intervención en el Wall Street Journal de Patrick Mazimhaka, el vicepresidente del African Union Commission. Mazimhaka, tras recordar otras películas sobre el tema, como El señor de la guerra, con Nicolas Cage, quiso poner de relieve cómo los diamantes tienen "un impacto positivo sobre el desarrollo económico de los países productores" y que el proceso de lucha contra el comercio ilegal y violento ha sido "tremendamente eficaz".

Eli Izhakoff, presidente del World Diamond Council, declaró al diario británico The Guardian que la película habla de "algo que pasó años atrás, algo a lo que se ha puesto remedio".

Por otra parte, algunos bosquimanos de Botsuana han aprovechado el momento para pedir ayuda a DiCaprio, a través de un anuncio publicado a toda página en la revista Variety, para que el intérprete remedie su situación de desplazados forzosos. "Después de que se encontraran diamantes en nuestra tierra, fuimos expulsados. Esperamos que utilices la película para contar a la gente que nosotros también somos víctimas de los diamantes", escribieron los bosquimanos a la estrella de Hollywood.

En definitiva, resulta difícil imaginar un lanzamiento publicitario mejor para Blood diamond.

Leonardo DiCaprio y Djimon Hounsou, en una escena de <i>Blood diamond.</i>
Leonardo DiCaprio y Djimon Hounsou, en una escena de Blood diamond.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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