Pedrosa encoge con la lluvia
El español acaba el 15º en una carrera ganada por Melandri y que centra el Mundial de MotoGPl en un pulso Hayden-Rossi
A sus 27 años y después de ganar siete títulos, poco le importa a Valentino Rossi que luzca el sol más abrasador o que el cielo descargue agua de forma enrabietada. El italiano sale reforzado de cualquier situación de la carrera en la que se vea involucrado por adversa que se pinte. Aunque, a diferencia de lo que ha sido habitual en los últimos años, ahora debe sudar la gota gorda para conseguir sus propósitos. Deberá ser así hasta el final de la temporada, para suerte de los aficionados al motociclismo, si no quiere despedirse del que sería su sexto cetro consecutivo.
También ayer se exprimió el itialiano en Phillip Island, un circuito en el que se maneja como en el jardín de su casa -ha ganado los últimos cinco años- y, en principio, debía imponerse sí o sí. Al final, ganó Marco Melandri. Todo un derroche de destreza el del corredor de Ravenna, de 24 años, con el piso mojado. El factor pista favoreció al local Chris Vermeulen, que cruzó la meta el segundo. El tercero fue Rossi.
Gibernau acaba cuarto tras una prueba inédita por el cambio de motos provocado por el agua
La tormenta que cayó iniciada la carrera permitió asistir a la primera situación de flag to flag (de bandera a bandera). La norma, instaurada el año pasado, consiste en que, en el caso de que la carrera se declare en mojado, los pilotos que lo deseen pueden enfilar el camino de los talleres y cambiar su moto, a toda prisa, por otra unidad calzada con neumáticos rayados, adecuados para rodar cuando cae agua. Rossi se confirmó entonces como un piloto universal, capaz de competir con tormenta o no, después de una buena o mala arrancada.
Resueltos los cambios de moto entre el octavo y el noveno giro, Il Dottore pasó octavo por la meta, a más de siete segundos de la cabeza, cuando comenzó a encontrarse a gusto encima de su M1. Inalcanzable Melandri, líder después de adelantar como una flecha a Sete Gibernau, Rossi se centró en abrirse paso entre quienes le precedían y entre ellos se encontró con un correoso Nicky Hayden, menos líder del campeonato a cada carrera que transcurre, pero que ayer perdió pocos puntos si se atiende a los pronósticos. Enganchado al colín de la Yamaha 46, Hayden incrementó también su ritmo y, junto a Stoner, los tres marcharon a la caza de Gibernau, a quien los neumáticos de su Ducati se le desintegraban por momentos. "Veía un punto rojo a lo lejos", afirmó Rossi, sudando a pesar del frío. "Estaba a siete segundos de Gibernau y me he propuesto alcanzarle. Poco a poco, tirando al máximo, he ido recortando la distancia", explicó el italiano, quien en la última curva consiguió arrancarle el podio al nieto de Paco Bultó, cuarto. No sólo eso, sino que además colocó la Ducati entre su Yamaha y la Honda de Hayden, lo que significó un mordisco de dos puntos al cojín que el estadounidense aún posee al frente de la tabla.
Tras el podio de ayer, octavo del curso, Rossi es segundo, con 21 puntos menos que el de Kentucky y 11 de ventaja sobre Melandri y Dani Pedrosa, empatados, pero con un triunfo menos del español (dos), para quien el fin de semana ha sido funesto. A los problemas físicos que arrastra desde el accidente en Sepang se unió la incesante lluvia y un circuito que le disgusta. A la que cae agua, Pedrosa pierde su encanto porque disminuye la confianza en sus posibilidades. Le ocurrió en su etapa en las categorías inferiores y le pasa ahora en MotoGP, subido a 250 caballos de potencia que pueden hacerle volar por los aires al mínimo despiste con el comando del acelerador. Recién llegado a la categoría de los grandes, el equipo de Pedrosa pagó la novatada. "Aprenderemos de esta carrera", se justificó el español, cuyas aspiraciones al título se reducen a falta de tres carreras (Motegi, Estoril y Cheste), Un punto por ser 15º sabe a poco por disminuido que se compita, y más después de su podio en Sepang.
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