Anillo de brillantes para el lector listo
El popular autor ruso de novelas policiales Borís Akunin (Grigori Chjartashvili, 1956) ha publicado en Rusia una nueva obra en dos tomos, con un lugar estable en la lista de los más vendidos y, al mismo tiempo, ha despertado un renovado interés por Fiódor Dostoievski, especialmente, por Crimen y Castigo. F. M. es el título de la nueva novela de Akunin, que naturalmente se descifra como Fiódor Mijáilovich. Y ello porque su hilo central es la búsqueda del manuscrito de una primera versión de Crimen y castigo. Pero el erudito autor no se contenta con la línea detectivesca de la búsqueda del manuscrito, sino que va reproduciéndolo a medida que sus diferentes partes van siendo encontradas por Nicholas Fandorin, descendiente de Erast Fandorin, el protagonista de la serie con la que Akunin se hizo famoso.
Así pues, el autor no sólo
se ha inventado cómo podría haber sido la primera variante de lo que después se convertiría en la novela más conocida del gran clásico del siglo XIX, sino que ha tenido que imitar el estilo de ese gigante de la literatura rusa. No contento con esto, Akunin ha propuesto un juego-concurso a los lectores: entre las líneas de F. M. hay escondido un cuarteto, clave para encontrar el anillo que habría pertenecido a Dostoievski. Pues bien, quien descifre el cuarteto ganará un anillo de brillantes. Si Akunin, editado habitualmente en España por Salamandra, ha disparado las ventas de Dostoievski, El Doctor Zhivago -una serie de televisión de diez capítulos con guión del poeta Yuri Arábov- ha hecho lo propio con Borís Pasternak. Para esta versión de Zhivago destinada a la pequeña pantalla, Arábov hizo cambios importantes que dieron al serial el dinamismo que necesitaba. Pero estos cambios fueron tantos, que Yevgueni Pasternak, hijo del premio Nobel, declaró que el serial no tiene nada que ver con la novela. Sea como fuere, la obra de Pasternak, como la de Dostoievski, llegó a la lista de los más vendidos, hecho al que también contribuyó la biografía escrita por Dmitri Bíkov, que ha ganado el Premio Bestseller Nacional, uno de los principales de Rusia.
Pero la sorpresa más grande en la literatura rusa de los últimos meses seguramente la debemos a Maxim Kántor (1957). Este artista ha escrito una obra monumental -Lecciones de dibujo, dos tomos de 700 páginas cada uno-, panorama colorido y despiadado de los 20 últimos años de la historia rusa. Algunos críticos lo han comparado con León Tolstói y su Guerra y paz, mientras otros consideran la novela un simple panfleto. La nota curiosa de las novedades literarias rusas la ha puesto una novela atribuida a un griego -Nikos Zervas, en realidad inexistente- titulada Los niños contra los brujos. La Liga Mundial de Brujos con sede en el castillo Merline, Escocia, atrae a cinco niños rusos huérfanos que han recibido becas de la Unesco y logran hacer que renieguen de su patria y de Dios. El objetivo de los brujos es conquistar Rusia, y los chicos cayeron en sus redes por una simple razón: eran admiradores de Harry Potter. Precisamente este amor por Potter es el eslabón débil en la defensa rusa. La liga envía a Rusia a un espía que embruja a la sobrina de un general, héroe de la guerra chechena y ahora rector de una escuela militar. Éste decide enviar a un grupo de muchachos a Escocia para desembrujar a su sobrina y salvar a los cinco niños renegados. De más está decir que la victoria de los rusos sobre Potter es completa. Este libro patriotero y antisemita es en realidad el fruto del trabajo colectivo de unos anónimos nacionalistas que se escondieron tras un fantasma griego. A pesar de sus dudosas cualidades literarias, la novela ha sido éxito.
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