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Reportaje:

Alemania ya tiene sus rabinos

Ordenación en Dresde de los primeros clérigos judíos tras el Holocausto

Han pasado seis décadas desde que los nazis acabaron con la vida de seis millones de judíos en toda Europa, pero en Alemania esta comunidad religiosa minoritaria continúa sin haber regresado a la normalidad. El país contaba con 600.000 judíos antes de la II Guerra Mundial. Hoy son unos 100.000 y esta cifra crece gracias a la inmigración de judíos originarios de países de la antigua Unión Soviética. Los rabinos en Alemania provienen de todo el mundo, excepto de este país.

Por este motivo, Alemania celebró ayer en presencia de 25 rabinos de Estados Unidos, Israel, Suráfrica, Reino Unido, Holanda, República Checa y 300 invitados la ordenación de los primeros tres rabinos graduados en tierra germana. El acontecimiento se ha producido seis décadas después del Holocausto y poco más de un año después de que Alemania levantara en Berlín un monumento conmemorativo de las atrocidades cometidas por los nazis. Durante la ceremonia, que se celebró en Dresde, se habló en alemán, hebreo e inglés. Asistieron la ministra de Educación, Annette Schavan, y los primeros ministros de Brandeburgo y Sajonia, Matthias Platzeck y Georg Milbradt. El presidente de Alemania envió una carta para subrayar que estamos ante "un día histórico".

La ceremonia se celebró en la capital de Sajonia como una reivindicación frente a la ultraderecha

Walter Homolka, el director del colegio Abraham Geiger Kolleg (Potsdam), la institución que formó a los nuevos rabinos, reclamó durante la solemne ceremonia que el Gobierno alemán facilite ayuda financiera para incrementar el número de rabinos. Actualmente hay en Alemania 80 sinagogas y 27 rabinos. Con el fin de mejorar esta relación desequilibrada, los judíos crearon en 1999 la institución de Potsdam después de que los nazis cerraran el último colegio para rabinos en 1942.

Los tres graduados, el checo Tom Kucera, de 35 años, el alemán Daniel Alter, de 47 años, y el surafricano Malcolm Matitiani, de 38 años, ejercerán el primero en Múnich, el segundo en Oldenburg (en el norte de Alemania) y el tercero regresará a su país de origen.

Los organizadores argumentan que la elección de Dresde, capital del Estado de Sajonia, para la ordenación ha sido para mostrar que existe vida judía fuera de Berlín o Francfort. Detrás de este argumento pragmático se esconde una realidad que avergüenza a muchos alemanes: los ultraderechistas del Partido Nacional Democrático (NPD) ocupan escaños en el Parlamento regional. El rabino encargado de la comunidad judía en Sajonia, Salomón Aletrius-Siegel, reflejó ayer que su comunidad necesita de una columna vertebral resistente, porque soplan vientos antisemitas. "Aquí estamos. Existimos. La fiesta es un símbolo para todos aquellos quienes antes igual que hoy quieren destruir el judaísmo", declaró Aletrius-Siegel al periódico Dresdner Neue Nachrichten. Dieter Grassmann, vicepresidente de la comunidad judía en Alemania, fue más concreto al hablar con Spiegel Online: "El NPD hace cosas asquerosas en un Parlamento alemán y la CDU [el partido de la canciller Angela Merkel] no lo quiere prohibir". Añadió que tardará dos o tres generaciones en normalizarse la relación entre los judíos y la población alemana.

Walter Jacob, el presidente del Abraham Geiger Kolleg, destacó que estábamos ante "un día maravilloso del que se alegran Alemania y Europa". La maravilla ha sido relativa. Para asistir a la ceremonia de Dresde, los invitados pasaron por un riguroso control de seguridad similar al de los aeropuertos: detectores de metal, revisión de bolsos y bolsillos y los periodistas se registraron con fotos sacadas antes de acceder a la ceremonia. La policía apostada delante de las sinagogas de Berlín y del resto de Alemania no desapareció y no lo hará mañana. Pero los rabinos made in Germany son un avance.

Los tres nuevos rabinos: el alemán Daniel Alter, el surafricano Malcolm Matitiani y el checo Tom Kucera (de izquierda a derecha).
Los tres nuevos rabinos: el alemán Daniel Alter, el surafricano Malcolm Matitiani y el checo Tom Kucera (de izquierda a derecha).AP

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