Cerco 'rosa' a Condoleezza Rice
La prensa atribuye a la secretaria de Estado una relación con un ministro
Nunca pasa nada cuando el soltero es un hombre. El 5 de septiembre, una periodista presentaba por primera vez en la historia televisiva de Estados Unidos un informativo de tarde de máxima audiencia en la CBS. Sobre Katie Couric llovieron críticas al día siguiente. Unas tenían que ver con su trabajo, razonable. Otras, no. A nadie debería de importarle si su vestido era demasiado moderno o demasiado antiguo, ni si vestía de blanco después del día del trabajo, por lo que parece puede caerte una maldición en Estados Unidos. El caso es que así fue, y Couric se vio expuesta al escrutinio público no por ser una buena o mala profesional, si no por ser mujer.
Ahora le toca a Condoleezza Rice. La secretaria de Estado norteamericana es soltera, lo que para muchos debe de ser sinónimo de "disponible". Nadie se ha cuestionado si aunque sin anillo en el dedo pueda tener la jefa de la diplomacia estadounidense ocupado su corazón. O no. Ni debería de importarle. Pero obviando todo lo anterior, cada vez que esta mujer es vista con un hombre, la mayoría de las veces políticos a los que conoce brevemente en visitas oficiales, saltan todas las alarmas rosas.
"Haced el amor y no la guerra", le gritaban manifestantes al verla con el titular de Exteriores canadiense
El prestigioso diario The New York Times se hacía ayer eco de tal actitud machista: "La soltera y sofisticada secretaria de Estado atrajo una vez la atención por llevar botas de piel negras de altísimo tacón" con una sugerente falda en una visita a las tropas americanas en Alemania, recordaba ayer el Times en un artículo titulado algo así como El baile de la diplomacia echa madera a la hoguera del cotilleo. En julio, Il Corriere della Sera incidía en la frivolidad y comentaba más allá de lo político un acto conjunto en Roma de Rice con el ministro de Exteriores italiano, Massimo D'Alema. Un poco antes, en abril, The Boston Globe se disfrazaba de prensa rosa y titulaba: Jack y Condi: una historia de amor, después de que la secretaria de Estado ofreciese un lugar en su avión privado para viajar a Irak junto a ella a su homólogo británico Jack Straw. Esta semana a Rice le toca de pareja Peter MacKay, ministro de Exteriores canadiense, que, como ella, está soltero. El lunes la máxima responsable de las relaciones exteriores de EE UU partía en visita oficial a Canadá. Ayer ya existían especulaciones sobre un romance entre ambos políticos. Incluso los manifestantes que protestan ante cualquier acto público en el que aparezca la secretaria de Estado cruzaban ayer la barrera de la vida privada y recomendaban: "Pete, Condi , haced el amor y no la guerra".
El Departamento de Estado norteamericano a veces pierde la paciencia con algunos periodistas. "No, no hubo velas", fue la exasperada contestación que dio Sean McCormack, el portavoz de la responsable de la diplomacia estadounidense, a un reportero que indagó con sonrisa malévola sobre los detalles de una cena de trabajo mantenida entre Rice y MacKay el lunes por la noche. McCormack, atrapado en un juego al que parece no escapar nadie, llegó a justificar que la cena no era íntima, había "14 asistentes y seis agentes del servicio secreto". Por si faltaba algún dato, el Times, al tiempo que informaba de que MacKay presentó a Rice a su familia resaltaba ayer la diferencia de edad de la pareja. Ella es más mayor. Cincuenta y un años frente a los jóvenes 40 de él.
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