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Desde el Pacífico
Columna
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Inclusión digital, el caso de Brasil

EL ESPACIO DE LOS SUEÑOS es un edificio ultramoderno pintado con colores vivos ubicado a la entrada de una favela. Fue construido con el dinero de Progetto Sud, una ONG italiana (uil.org.br) ligada al sindicato UIL (Unione Italiana del Lavoro). Es uno de los puntos de cultura creados siguiendo una iniciativa del ministro de Cultura, el cantante Gilberto Gil, para desarrollar la inclusión digital promovida por el Gobierno brasileño.

La metodología más que el dinero fue lo que atrajo el interés de Progetto Sud, explica Rosanna Cocco, de la UIL. Los italianos han pagado por las 18 computadoras utilizadas para brindar formación y acceso a Internet y por las 5 que sirven a la elaboración de proyectos multimedia del programa cultural.

Los centros que mejor funcionan no son los más ricos ni los creados en zonas con mayor nivel educativo. Son los centros ligados a su comunidad.
El Espacio de los Sueños está todavía en la fase inicial. Se registraron 200 niños. En la sala para cursos y acceso libre, media docena de chicos navegan por la 'web'.

Es muy temprano para juzgar los resultados. Integrado al proyecto hace apenas cinco meses, el Espacio de los Sueños está todavía en la fase inicial, vuelta más caótica todavía por la violencia imperante en São Paulo. Se han registrado 200 niños. En la sala reservada para cursos y acceso libre, media docena de adolescentes están navegando por la web. Les cuesta manejar esos programas, tal vez más porque están redactados en inglés que porque se trata de software libre. Al igual que los comportamientos analizados en otras partes del mundo, las niñas estaban chateando, mientras que los niños le daban a los juegos virtuales, más o menos violentos.

Rosanna es la primera seducida por el programa que trata de aplicar. "No tenemos nada de esto en Italia. Consideraba la computadora como algo superior a mí. Aquí se aprende a manejarla. Me gusta empezar a dominarla". Es apenas un primer paso. "En los Puntos de Cultura", recuerda, "se utilizan las máquinas para despertar la creatividad". Thays, la monitora, precisa: "La informática, para nosotros, no es un fin. Es un medio para encontrar quién canta o dibuja bien".

La meta de los más motivados, explica, es acceder a la sala multimedia, en la que encuentran los recursos necesarios para grabar música, producir vídeos, lanzar un periódico o una radio comunitaria. Mientras explica el funcionamiento del centro, una de las niñas empieza a crear personajes de caricaturas con uno de los programas instalados en la máquina.

Llevar computadoras a zonas desfavorecidas ya es cosa común. La pregunta es si sirve para algo.

Lia Ribeiro, directora de la revista A Rede (arede.inf.br), un "canal de comunicación entre varias redes de inclusión digital", tiene una posición única para observar el proceso. A Rede ha registrado 7.000 centros de diferente índole.

Las iniciativas surgen de todas partes. "No son coordinadas. No tienen un solo objetivo común. Este Gobierno no tiene, al contrario de lo que podríamos creer, una política coherente de inclusión digital. No podemos ignorar, sin embargo, que fue él quien lanzó la inclusión digital", explica Lia Ribeiro. El Banco do Brasil abrió 1.600 telecentros (ligados por un portal común) de acuerdo con instituciones locales y de la sociedad civil. "Nada de esto existía hace tres años", afirma.

Evaluar los resultados es fundamental, insiste François Bar, profesor de la Universidad de California del sur, con quien viajé gracias a la financiación del Annenberg Center, donde enseña. "Apenas estamos al inicio de la investigación. Estamos discutiendo la metodología", explica Ribeiro. "Estamos tratando de definir en qué consisten las mejores prácticas". Señala, como parte del esfuerzo, el Observatorio de Políticas Públicas de Infoinclusión (oppi.org.br).

Ribeiro tiene sus convicciones sobre los centros de inclusión digital. "Los que funcionan mejor no son ni los más ricos, ni los que han sido creados en zonas con mayor nivel educativo. Son los centros más ligados a sus comunidades. En un país con tantas desigualdades como el nuestro, la inclusión digital tiene que ser también inclusión social". Está en una excelente posición para sacar conclusiones. También sabe que el análisis del impacto social de la inclusión digital es indispensable, aunque fuese sólo para implantarlo con más eficacia.

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