El turismo de excesos acaba en el cementerio
Seis jóvenes extranjeros han muerto este verano en Ibiza al caerse drogados desde las terrazas de sus hoteles
"Caen desde los balcones de los hoteles e impactan de cabeza. Son muchachos altos, de entre 18 y 25 años. De los cuatro accidentados que hemos atendido este año, tres han muerto". El parte es del doctor Basilio Safar, del servicio de urgencias en Sant Antoni, de Ibiza. En total, seis jóvenes turistas -cinco británicos y otro de nacionalidad desconocida- han fallecido y otros cinco han quedado gravemente heridos este verano en Ibiza al precipitarse de madrugada desde las terrazas de sus habitaciones, posiblemente drogados o borrachos. "Son muertes estúpidas", sentenció ayer Jaume, un hotelero balear.
Los casos pueden ser de lo más variado, pero igualmente dramáticos. Este martes, cerca de las siete de la mañana, en dos lugares distantes, la Playa de Palma y en Sant Antoni, de Ibiza, dos veraneantes de 18 y 25 años, se estamparon contra el suelo y sufrieron gravísimas fracturas craneales. Uno de los accidentados escalaba por la fachada hasta su habitación y se desplomó.
El doctor Safar observa que "aquí la vida es nocturna y siempre ha habido un número semejante de accidentes." Las víctimas probablemente pierden el equilibrio al salir a tomar el aire y vomitar. Les pesa más la cabeza. Algunos hoteleros han decidido elevar la altura reglamentaria de las barandillas, de un metro.
En el bullicioso hotel Magaluf, en Calvià (Mallorca), se han contabilizado cinco caídas al vacío de ciudadanos británicos. La policía local cree que pretendían pasar, por la fachada, de una habitación a otra, o que estaban sentados en las balaustradas de las terracitas. "Las guías y los recepcionistas advierten a los veraneantes de que no deben seguir conductas de riesgo en las terrazas", detalló Tolo Bonafé, concejal de Seguridad de Calvià, que recibe 1,5 millones de visitantes al año. "La estadística es parecida a la de otros años".
Sin subirse a ningún sitio, un chico de discoteca en Calvià se lanzó de cabeza a un estanque de un palmo de profundidad y quedó parapléjico; otro, en Sant Antoni, nada más llegar de veraneo, se zambulló en una fuente con idéntico y fatal final. Otra de las víctimas cayó o se lanzó desde la habitación a la piscina del hotel.
En el Ayuntamiento de Sant Antoni se evita comentar el balance de muertos y los comerciantes de esta población llena de macro discotecas y bares de amplio horario lamentan la avalancha del turismo de excesos. "Van tras el alcohol y las discotecas, y visitan poco las playas y las tiendas. Duermen de día", dice Joan, un empresario local.
La guardia civil investiga las muertes en las zonas no capitalinas y el delegado del Gobierno en Ibiza, José Manuel Bar, apunta que "se han disparado las muertes. Son accidentes, sin un componente criminal. Están ligadas al exceso de consumo de alcohol". Las sobredosis por éxtasis se han frenado en Ibiza. Dos turistas, un español y un estadounidense, han muerto por heroína y cristal, respectivamente.
Miquel Roca, psiquiatra, supone que las muertes por caída desde las alturas están relacionadas con el riesgo asumido por jóvenes de vacaciones que consumen alcohol y drogas y adoptan de madrugada conductas peligrosas. "El tóxico", indica Roca, "provoca una disminución de las capacidades para valorar las situaciones de riesgo, el paso por las cornisas, de la terraza de una habitación a otra".
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