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Reportaje:

Expectación en Japón por Kiko

El miércoles se espera que nazca un bebé que podría resolver la sucesión al trono nipón

La expectación cunde en Japón ante el inminente nacimiento, el próximo 6 de septiembre, de un nuevo miembro de la familia imperial, que podría ser un futuro emperador si el vástago que traiga al mundo por cesárea en un hospital privado de Tokio la princesa Kiko es un varón.

La cuenta atrás ha comenzado tanto para Kiko, esposa del príncipe Akishino, segundo hijo del emperador Akihito y la emperatriz Michiko, como para el resto del país que lleva en vilo desde el principio del embarazo porque del sexo del bebé dependerá si se soluciona, al menos, a corto plazo la crisis de sucesión al trono del crisantemo. En Japón, las mujeres no pueden acceder al trono y desde que en 1965 nació Akishino sólo ha habido niñas en la familia imperial hasta sumar, hasta ahora, nueve.

El parto de kiko es más que una noticia de sociedad, es una cuestión política

Una parte de la población espera fervientemente que el hijo de Kiko sea un varón porque ven en ello un alivio, aunque provisional, al problema, y a ella se añaden los tradicionalistas, quienes esperan fervientemente que sea un niño porque se oponen de manera radical a cualquier modificación de la ley de la Casa Imperial de 1947.

Frente a ellos se sitúan los que prefieren que sea una niña para forzar así, de una vez por todas, un cambio en la ley, que califican de sexista, y permitir, por primera vez, en más de 200 años, que las mujeres descendientes directas del emperador puedan heredar el trono.

El parto de Kiko es mucho más que una noticia de sociedad, es una cuestión política ligada a la supervivencia de la institución imperial, con la que se identifica, señalan sondeos, el 70% de los japoneses, muchos de los cuales consideran el sistema imperial como la única expresión de la cultura, la historia y la unidad del país.

Prueba de la importancia de la cuestión dinástica fue la creación a finales de 2005 por el primer ministro, Junichiro Koizumi, de un panel de expertos para estudiar los posibles cambios que se podrían introducir en la ley ante la carencia de herederos varones.

En Japón, el trono sólo se puede heredar a la muerte del emperador por lo que cuando fallezca Akihito su sucesor será su hijo mayor, el príncipe Naruhito, quien junto con la princesa Masako tiene sólo una niña, Aiko, de cuatro años, tras un previo embarazo fallido y 13 años de matrimonio durante los que se cree que ha sufrido varios abortos naturales.

Tras Naruhito, el emperador sería su hermano menor Akishino, hasta ahora padre de dos hijas, las princesas Mako y Kako, de 14 y 11 años, por lo que si ahora no tiene un varón, él seguiría siendo el último en la línea dinástica y se pondría fin, a menos que se modifique la ley, a la monarquía en el país del sol naciente. Aunque en el pasado ha habido ocho emperatrices fueron figuras de transición hasta que los herederos alcanzaron la mayoría de edad.

Los tradicionalistas, como el príncipe Tomohito, primo de Akihito, defienden la restauración del concubinato, un sistema que hace 80 años garantizaba que siempre hubiera varones descendientes del emperador para acceder al trono, motivo por el que la monarquía japonesa era una de las pocas en el mundo sin problemas de sucesión.

El hecho de que el estado de Kiko fuera filtrado a un periódico japonés en los primeros meses de gestación alimentó las sospechas de que fue una maniobra para prevenir que Koizumi presentara al Parlamento, tal y como estaba previsto, las modificaciones a la ley antes de la pausa estival legislativa.

Esos cambios respondían a los esfuerzos de Koizumi de modernizar la institución monárquica en Japón, uno de los elementos de proceso de reforma abierto por él.

"Misión cumplida" por Akishino, Kiko y los tradicionalistas si realmente fue ese el objetivo del embarazo, del que algunos medios de prensa extranjeros han insinuado que se produjo mediante fertilización in vitro por la que se le habrían implantado a la princesa en el útero tres óvulos fecundados con carga genética masculina.

El que hayan sido medios extranjeros no es casualidad si no algo frecuente en Japón dado que la censura de la prensa nipona le impide publicar ese tipo de noticias delicadas por lo que le ofrece los datos a la competencia extranjera para finalmente poderse hacer eco de esa información atribuyéndosela a extraños.

La certeza de que se trataría de un varón vendría avalada por el hecho de que Koizumi decidiera, casi inmediatamente después de conocer la noticia del estado de Kiko, suspender el proceso de reforma de la ley.

Los padres no quieren, aparentemente, conocer el sexo del bebe hasta que nazca, según la Agencia de la Casa Imperial, que sólo ha revelado que el feto se desarrolla de forma saludable y que la madre goza de buena salud. La Agencia es un cuerpo de más de un millar de funcionarios anticuado y opaco que decide cada aspecto de la vida privada y pública de la familia imperial.

A todo ello se suma el que esta semana el influyente y conservador semanario japonés Shukan Bunshun, por lo general bien informado sobre los asuntos de la familia imperial, ha escrito que Akishino habría revelado a un amigo que su esposa traerá al mundo un varón.

La princesa Kiko, acompañada de su esposo, el príncipe Akishino, al llegar al hospital donde nacerá su hijo.
La princesa Kiko, acompañada de su esposo, el príncipe Akishino, al llegar al hospital donde nacerá su hijo.ASSOCIATED PRESS

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