Desde El Bierzo
Parece ser que hay alguno que me lee más de dos días seguidos. De verdad que lo agradezco. Al final, va a ser que no predico en el desierto. Incluso alguno de mis lectores se acercan en la salida a saludarme o comentarme esto o lo otro de alguna columna. Yo siempre les digo que estoy abierto a las sugerencias. También algunos compañeros del pelotón lo hacen. A veces están de acuerdo conmigo, otras no. Esto último me motiva sobremanera porque cuanto más años llevo como profesional más extraño veo a este deporte y a algunas -no a todas, afortunadamente- de sus gentes. En fin, corto por lo sano, que no es por ahí por donde quiero tirar y se me va el tiempo. Y hoy no es que me sobre precisamente.
Hoy -cosa rara- tengo un propósito con estas líneas. Quiero explicar por qué rara vez en mis columnas hablo de lo sucedido en la etapa; del resultado propiamente dicho, que es, básicamente, lo importante de lo nuestro: quién gana la etapa, quién es el líder. Son ahora mismo las 19.35, estoy tumbado en la cama de mi habitación en un hotel de Ponferrada del que ni siquiera sé el nombre, y eso que estoy dentro -he entrado como un autómata, he visto el número de mi habitación en la lista del ascensor, he ido a ella, la he encontrado abierta y con la llave en la puerta, mi maleta estaba dentro, y aquí estoy y sigo porque hasta aquí he llegado-. Me he duchado, me he hidratado bien y he comido un poco de macedonia -buena, por cierto-. Y escribiendo esto hago tiempo para el masaje.
Pues bien, hasta hace cinco minutos, lo único que sabía de la carrera era que había ganado Valverde. Eso lo supe ya hace bastante, cuando aún estaba yo a unos cuatro kilómetros de la meta y alguien lo anunció en el gruppetto. Poco después un compañero de Sastre me dijo que Carlos había sido segundo. Ésa era toda la información que tenía hasta que hace un rato me han comentado que el nuevo líder es Brajkovic. Pues vale.
Así que, con estos datos, cómo quieren que hable yo de la etapa... si no tengo ni idea. Podría hacerlo, pero sería un farsante y a mí lo de mentir se me da un poco mal -no así inventar, que, aunque pueda parecerlo, no es lo mismo-.
De la etapa sabrán los que la han seguido en directo o los valientes -pocos, pero gracias- que se han acercado a esta montaña del Bierzo. Y la verdad es que tampoco me importa tanto. Ahora mismo me preocupa más lo mío y poco más. Así, como despedida, dejo mi parte de guerra de hoy: sin novedad, todo según lo esperado en la aproximación al día S. Seguiremos informando.
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