La desbandada de la banda
Perdiguero se retira del ciclismo antes de subir La Covatilla, donde en 2002 se alió con Aitor y Santos González, que años después dieron positivo
Si una subida posee valor simbólico para Miguel Ángel Martín Perdiguero ésta es la de la estación de esquí de La Covatilla, la que ayer no ascendió porque no quiso. El ciclista de San Sebastián de los Reyes, de 33 años, dijo basta en el avituallamiento y, sin explicaciones previas, se bajó de la bicicleta. El amigo de Floyd Landis, y compañero del americano en el Phonak, abandonó la Vuelta y también el ciclismo. Se va harto, explicó, de la hipocresía, de la ruina en que se ha convertido su deporte, de los controles antidopaje, de la persecución a la que se ve sometido. Se fue, toma símbolo, al pie del puerto en el que su visión del ciclismo, de la vida, de la amistad, alcanzó su mayor momento expresivo.
Fue en 2002. Perdiguero y sus amigos de entrenamientos y alegría Santos González y Rubén Lobato indisimuladamente pusieron su talento y su fuerza al servicio de otro amigo de cuadrilla, Aitor González, corredor de otro equipo, del Kelme, que luchaba para ganar, y ganó, la Vuelta. Aquel día, la banda de la toalla, como era conocido el grupo por la devoción con que en verano dedicaban las horas libres a tomar el sol en la playa y por el compromiso que habían adquirido de nunca en su vida lucir el moreno ciclista -ése que sólo cubre brazos y extremidades inferiores, dejando torso y muslos blancos como la leche-, pasó a denominarse, casi con carácter oficial, banda de la Covatilla. Su fulgor fue espectacular, su duración, en el mundillo ciclista profesional, al menos, fugaz. Ayer, cuatro años después, los tiempos han cambiado una barbaridad, tantas cosas han pasado, sólo Perdiguero de entre ellos disputaba la Vuelta. Y se rindió.
Aitor González rentabilizó su victoria en la Vuelta con un lujurioso contrato con el Fassa Bortolo de Giancarlo Ferretti. Después, regresó a España, al Euskaltel, con el que ganó la Vuelta a Suiza de 2005 y con el que dio positivo por anabolizantes. Está a la espera de que el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) estudie la apelación que presentó la Unión Ciclista Internacional (UCI) a la absolución dictada por la federación española. Después de pasar por el Phonak, que rescindió su contrato tras un control hematológico interno durante la pasada Vuelta, Santos González, alicantino, firmó por el modesto Tres Molinos Resort. Con sus colores ganó, en teoría, la Vuelta a Murcia. Pocas semanas después, fue desposeído de la victoria tras un positivo por corticoides. Lobato, en cambio, no presenta en su currículo avatares dudosos. Milita en el Saunier Duval y descansa después del Tour.
El líder, el hombre mediático de la banda, era, de todas maneras, Perdiguero, ciclista que también cuenta con un gran predicamento en el pelotón. Llegó al Phonak en 2005, después de un 2004 pasado con el Saunier en el que deslumbraron sus espectaculares victorias en la Volta a Catalunya y la Clásica de San Sebastián, y rápidamente se convirtió en un hombre de referencia dentro del equipo suizo, que justo entonces terminaba de hacer su gran limpia tras los positivos de Santi Pérez, Tyler Hamilton y Oskar Camenzind. Nuevo equipo técnico, el dúo hispano-belga Juan Fernández-John Lelangue, nuevo mando entre corredores, el dúo hispano-americano Martín Perdiguero-Landis. El madrileño se convirtió en hombre de confianza del menonita de Pennsilvania. Durante año y medio las cosas parecían funcionar mejor que nunca. Hasta julio de 2006, hasta el Tour de Francia. Pocos días después del momento de máximo apogeo, de la celebración en los Campos Elíseos de la victoria de Landis en el Tour, llegó la hecatombe. El positivo del norteamericano, que siguiendo el consejo de Perdiguero, contrató en Madrid a sus abogados de confianza, puso en marcha un acelerado proceso de destrucción. El patrón del Phonak anunció su renuncia a seguir con el equipo. El futuro sponsor, iShares, también se borró. La UCI permitió al conjunto correr la Vuelta para que sus corredores tuvieran la oportunidad de lucirse en el escaparate. Perdiguero, ayer, renunció a su último derecho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.