_
_
_
_
MAR DE COPAS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Artista genial, bebedor, payaso

Meto dentro de un bombo todos los nombres de artistas que murieron a causa del exceso de bebida y saco un nombre al azar: el pintor Jackson Pollock. Por razones que nada tienen que ver con la lógica, se ha considerado el alcohol como una posible fuente de inspiración creativa. Cualquiera habrá notado esa sensación, cuando después de un par de copas sientes que la mente se te ensancha y que solemnes chorradas suenan, debidamente regadas, como las más brillantes sentencias.

Algunos bebedores con inquietudes encuentran en los bares el paisaje ideal para algo que les parece inspiración y que, a la mañana siguiente, resulta ser un campo de batalla, generalmente perdida. Si se acaba pasando más tiempo en el bar que a pie de obra, la obra se resiente tanto como el hígado. Ocurre, además, que algunos artistas extraordinarios murieron a causa del alcohol y muchos de sus seguidores malinterpretan su legado y creen que empinar el codo puede ser un camino de acercamiento a sus ídolos, como si el alcoholismo heavy y la excelencia artística tuvieran una relación causa-efecto.

Si, pese a todos los avisos, uno insiste en mezclar alcohol y creación, deberá evitar riesgos como los que acabaron con Jackson Pollock. En la monumental biografía sobre el pintor que escribieron Steven Naifeh y Gregory White Smith se cuenta qué papel tuvo el alcohol en el torrente de circunstancias que llevaron a Pollock a una autodestrucción tan espectacular como patética. La Cedar Tavern de Nueva York fue el escenario elegido para muchos de sus excesos y, en general, el whisky y la cerveza marcaron las reacciones de un carácter que tendía a la grosería y a la pelea. Dicho de otro modo: Pollock tenía mal vino.

Probablemente por eso, bebía para angustiarse a sí mismo y a los suyos (anécdota: unos amigos le reciben de madrugada, le ofrecen una habitación para dormir la mona y, al poco rato, le sorprenden de pie, meando sobre el colchón incendiado, intentando apagar las llamas). Pollock murió borracho al estrellar el Oldsmobile V-S que conducía contra un árbol. Otros artistas, en cambio, han sabido llevar su afición a la bebida de un modo bastante más sensato y sin renunciar a ninguno de sus efectos secundarios. El premio Nobel de Literatura Czeslaw Milosz, por ejemplo, pudo vivir para reflexionar sobre esta cuestión en su libro Abecedario, diccionario de una vida: "Lo peor del alcohol es que nos convierte en payasos. Luego nuestro ojo sobrio se encarga de proyectar en nuestro interior esas imágenes de nuestra embriaguez, que destruyen el alto concepto que teníamos de nosotros mismos. Sin embargo, se puede aprender de esa vergüenza, ya que nos recuerda que podemos poner en peligro nuestros logros de la forma más estúpida",

CÓCTEL: Ritz Fizz

Un chorrito de Amaretto y uno de zumo de limón colado, un chorrito de curasao azul, champán frío y un pétalo de rosa. Mezclar el Amaretto, el zumo de limón y el curasao en una copa. Agregar el champán y decorar con un pétalo de rosa. Na zdrowie! (¡Salud!, en polaco).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_