Abbondanzieri blinda al Getafe

Bernd Schuster, el segundo alemán en cinco días, se le atragantó ayer a Osasuna. El Reyno de Navarra asistió impotente a las acometidas del cuadro pamplonés al arco de Abbondanzieri con la reciente eliminación ante el Hamburgo, con el sueño frustrado de la Liga de Campeones, en el cogote.

El cuadro de Ziganda fue incapaz de abrir la lata que ideó el Getafe, que sacó petróleo en los contragolpes. El partido le salió perfecto a Schuster. Misión cumplida: si un manco hubiese contado las oportunidades del duelo, le habría sobrado el meñique. Sus obreros subían poco, pero eran un martirio constante, sobre todo para Raúl García, que no confirmó las expectativas. Tan flojo anduvo que más de una vez Milosevic bajó a su cancha. Ávido de balón, ya que no finalizaba ninguna jugada, al serbio le dio por iniciarlas.

Osasuna se balanceó en el alambre, confiado en la apatía, aparente, del Getafe. Renunció a las bandas por los balones largos a Soldado. Corrales -Monreal, titular en los dos encuentros ante el Hamburgo, ni siquiera entró en la convocatoria- y Delporte miraban al horizonte y descargaban pelotazos de 40 metros que poco tenían de peligro y más de regalos. Soldado no daba abasto para cubrir todo el frente de ataque y perdió siempre esa guerra, en la que el tándem Alexis-Belenguer se siente como en casa. Por alto no conceden ni una. Otras gaitas suenan cuando el balón baja al raso.

Los madrileños adelantaron líneas tras el descanso y Celestini y sus perros de presa borraron del mapa a las cabezas pensantes rojillas. El gol del medio suizo, tan solo que podría haber montado una barbacoa, confirmó el desastre. Un rebote le cayó en las botas a cinco metros del balcón del área, dio un pasito atrás, armó la derecha y la colocó pegada a la cepa izquierda, con bote incluido, de Ricardo.

El meta perdió los nervios y vio la tarjeta amarilla cuando Nacho, en un contragolpe de dibujos animados, sentenció el encuentro. Medio gol fue de Casquero, por decirlo todo. Arrastró a los zagueros detrás de él, recorriendo la cal del área, soltando carrete, y habilitó al extremo en cuanto vio el hueco por el rabillo del ojo. La trampa surtió efecto, aunque los defensas se comportaran como alevines. Por tal fallo de coordinación y por la demagogia de sus broncas, de cara a la galería, con el árbitro.

Sólido en su área -no ha recibido ni un gol en la pretemporada-, el Getafe no echó en falta el saco de goles -léase Pernía, Gavilán y Riki, que se han ido a otros lares. Lo que supuestamente ha perdido arriba lo ha ganado en la retaguardia. Sobre todo, con la contratación del arquero de Argentina.

Cuando más apretaban los de casa, Abbondanzieri echó el cierre, bajó el telón, con cuatro paradas apoteósicas, fruto de una colocación excelente. Lejos quedan los tiempos en los que la portería del Getafe era una procesión de arqueros faltos de confianza. El Pato lee los tiempos. Trasnmite tranquilidad a los compañeros. Es sobrio y no se complica la vida. Como mucho, saca una manopla cuando la ocasión lo requiere. Las palomitas, para el cine.