Con la traza de los grandes
España despacha con oficio y autoridad a una dura Nueva Zelanda en la apertura del Mundial de baloncesto
Pau Gasol, del que hay que dar nombre y apellido porque su hermano, Marc, ya ha empezado a ganarse unos primeros minutos de gloria, ejerce de oráculo de la selección española y modula el cuándo y el cómo tanto dentro de la pista como fuera de ella. "Ya no somos un equipo de jóvenes", dijo el viernes, una frase tras la que se escondía la absoluta consciencia de la experiencia que acumula el grupo y lo decidido que está a responder a las expectativas que le sitúan desde todos los puntos cardinales en el centro de los favoritos del Mundial. Y ni se inmutó cuando Bradshaw, el único pívot un poco ortodoxo de Nueva Zelanda, empezó ganándole la partida.
Pero no fue sólo él quien tuvo que apretar los dientes. Todo el cuadro de Pepu Hernández se vio obligado a hacerlo. Los neozelandeses, ásperos como pocos en la defensa, sin mayores problemas a la hora de cometer faltas, propensos a abusar de los bloqueos y desconcertantes por su tendencia a atacar siempre desde fuera, dada la falta de consistencia de su juego interior, no permitieron que se engrasara el ritmo español hasta que casi se llegaba al descanso.
ESPAÑA 86 - NUEVA ZELANDA 70
España: Calderón (5), Pau Gasol (16), Garbajosa (16), Jiménez (6), Navarro (16) -cinco inicial-; Sergio Rodríguez (2), Marc Gasol (8), Berni Rodríguez (3), Rudy Fernández (2), Mumbrú (12) y Cabezas.
Nueva Zelanda: Bradshaw (12), Cameron (7), Penney (12), Henare (11), Jones (9) -cinco inicial-; Winitana (2), Frank (10), Rampton (4), Olson (3), Hill y Boucher.
Árbitros: Carrión (Puerto Rico), Viator (Francia) y Noujaim (Líbano)
5.000 espectadores en el Green Garden, de Hiroshima.
4º CUARTO
3º CUARTO
2º CUARTO
1º CUARTO
25-21
23-15
20-12
18-22
Ese "ya no somos jóvenes" que decía Pau se refería a eso, a que ya no les puede ni la ansiedad de un estreno en el Mundial ni las dificultades para deshacerse de un rival tan rugoso. Ni siquiera los continuos fallos cometidos desde la línea de tiros libres que concluyeron con un paupérrimo 53% de acierto tras anotar sólo 16 de los 30 lanzamientos efectuados. Ni tampoco la ausencia del lesionado Felipe Reyes.
Durante esos minutos de igualdad, el equipo que tan arrollador se había mostrado en la fase de preparación se encontró con lo que esperaba: las exigencias y dificultades de una competición en serio. Dejó algunos huecos inadmisibles en la defensa, resolvió desastrosamente los últimos diez segundos de posesión del primer cuarto perdiendo la bola y facilitando una jugada de dos más uno a los neozelandeses y denotó una cierta bajada de régimen con la entrada de los reservas. Pero sobresaliente estuvo en los minutos más difíciles Garbajosa, que celebró su partido número 100 con una labor de aliño, sacando faltas personales en momentos providenciales, anotando triples muy oportunos y evitando que el gordo Cameron hiciera de las suyas.
Nueva Zelanda, con un base muy activo, Henare, que ocupó el puesto del sancionado Dickel; el primer arreón de Bradshaw y poco más que su contundente defensa, mantuvo a raya a España. Pero el equipo de Hernández fue madurando el partido y desde que se produjo el último empate, a 32, ya no concedió a los neozelandeses ni siquiera la ocasión de molestarle más de la cuenta.
La autoridad de Pau bajo los aros fue mayestática y Garbajosa no bajó el ritmo mientras que Navarro dio un par de acelerones ofensivos marca de la casa. Los pilares actuaron como tales.
Pero lo mejor fue que, pese a las dificultades que entrañó el partido, jugadores que debutaban en un gran torneo como Mumbrú, Marc Gasol o Berni Hernández estuvieron a la altura de un equipo que mostró la traza de los grandes. Son equipos que aprietan el acelerador en el momento oportuno -la defensa en el tercer cuarto fue espléndida y sólo concedió 12 puntos- y que desarman por completo a rivales del tipo de Nueva Zelanda dejándoles sin la menor posibilidad incluso mucho antes de llegar al último cuarto.
Sería que, cuando afirmó que ya no forman un equipo de jóvenes, Pau quería decir de pipiolos. Lo demostraron en un estreno que, además de su talento, reveló su madurez, hacia dónde apuntan y hasta qué extremo están metidos en su trabajo.
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