La barbacoa

- 1994. En Chiapas triunfan los pasamontañas. En Ruanda, los machetes. En Italia, Forza Italia. En España, las muñecas chochonas y los gatitos isidoros, enganchados en el parabrisas de atrás. Hay tantos gatitos y tantas chochonas que cuando los arqueólogos del futuro lleguen al sustrato de este año creerán que nuestra economía estaba sustentada en esos dos productos. De hecho, hay una crisis económica llamativa -ahora se le llama recesión; en poco tiempo, a una marea negra se la llamará manchas-de-petroleo- que invita a pensar que es así. Tendencias: triunfa el bacalao, una reformulación techno del chumba-chumba de toda la vida. Turismo: triunfa la ruta del bacalao. Gastronomía: triunfa la dieta de la ruta del bacalao, que se parece mucho a la dieta de los astronautas, esos pastilleros. Cosa territorial / crispacional: a) Pujol, enano, no habla castellano. De acuerdo, eso ocurre desde el siglo X, pero de pronto fastidia mucho; b) el PSOE se ha vendido a ERC-UI, no, que era CiU, por lo que España amenaza desquebrajarse un día sí, otro no. Quizás más los miércoles. Las tertulias radiofónicas informan de que, si te pones a cuatro patas y plantas la oreja sobre una acera española, escuchas a España desmoronándose, pumba. A pesar del ruido ambiental de la canción del verano, que no es otra que La barbacoa, del grande y egregio Georgie Dann.

- UNA BARBACOA

es de hecho una hoguera. La barbacoa era una canción repetitiva. Que, repetitivamente, se parecía a El chiringuito. O, tanta repetición, al Kyrie eleison. El tema, a su vez, era obra del repetitivo Georgie Dann. ¿Qué les puedo decir de Georgie Dann que aún no les haya repetido? Denme un minuto, que voy a Google. Les dejo mientras con un minuto musical. "La barbacoa, la barbacoa. / Cómo me gusta la 'barbekiú". Hola. Ya he vuelto. Pues que toca el clarinete. Bueno. El triunfo de El chiringuito el año pasado, y el de La barbacoa en el gran slam de este verano igual explica qué es el triunfo. El triunfo / éxito es el valor definitivo en nuestra cultura. Si algo o alguien tiene éxito, el éxito pasa a ser la expresión de su calidad. En ausencia, en ocasiones, de otra. Pasa en todas las series culturales.

- LOS CHIRINGUITOS. El Premio Planeta, más español que un plato de lentejas -a) se entrega a novela inédita, b) no lo elige un jurado, sino una apuesta empresarial de mercado- y que, con el tiempo, va creando una cosa que por aquí abajo no existe -el best-seller-, igual explica esa evolución. El último premio del franquismo se entrega a Salisachs. El primero del posfranquismo es -luego se supo- una novela de encargo / diseño sobre cosa política / Guerra Civil. Posteriormente, hasta los ochenta, el premio normaliza una generación que vivía en el margen cuando la era Salisachs. Verbigracia, Marsé y Vázquez Montalbán, autores cachas que acceden a la normalidad y a un público razonable gracias al premio. Posteriormente, desde los ochenta, el premio va premiando, generalmente, microtendencias, microfenómenos, sensibles de ser éxito. En ocasiones, los premiados desde los ochenta no se alejan mucho de lo que para Salisachs era el límite de una novela -una novela sin opinión, en opinión del crítico Ignacio Echevarría, creo-. En alguna convocatoria reciente, incluso, se ha premiado La barbacoa. Y se han vendido como polos. Han tenido éxito. Es decir, han entrado en el canon de la cultura española, sin posibilidad de pitote al respecto. Como El chiringuito. Y todo el mundo los ha bailado.

- NO SÉ USTED.

Tengo 28 años. El chiringuito en el que trabajaba cierra. Me voy al paro / la barbacoa. Soy la pera y no tardarán en llamarme, me digo. Durante un año. Empiezo a pensar que ofrezco al mercado español algo que el mercado español no necesita. Y que se parece mucho a lo que usted está leyendo. Me consuelo pensando que eso es tal vez lo que piensan todos los parados. Me desconsuelo pensando que, literalmente, eso es lo que es un parado. Hay momentos en los que me gustaría ser Georgie Dann. Georgie Dann no es lo contrario de Mozart. Es lo contrario del paro.