La lambada

- 1989. Jomeini promete un lote completito de más allá a quién se cargue a Salman Rushdie. En lo que es otra meditación del más allá muy de los ochenta, también ofrece tres millones de dólares. Se producen agujeros en el Ozono, en el Bloque Soviético y en muchos cuerpos en Tiananmen. En pleno centro de Berlín, cae el muro de Berlín. Son tiempos tan excitantes que Ben Johnson se pasa con los idem y le quitan su medalla olímpica. Por lo demás, se produce la tercera mayoría absoluta del PSOE, y la canción del verano es La lambada.

- LA MÚSICA DE ASCENSOR. LA CULTURA DE ASCENSOR.

La lambada, como su nombre indica, es una formulación de Kaoma, grupo brasileño en el exilio, que pasará a la historia por dos aportaciones que ilustraron su tiempo. A) y B). La cosa a) era el plagio, cada vez más frecuente en los productos culturales. Su canción consistía en coger el tema andino Llorando se fue, de Los Kjarjas, pasarlo por la cosmovisión Carmen Miranda, lanzarlo al mercado cósmico, y esperar que no te pillen. Cuando la Inter-SGAE les pilló, Kaoma tuvo que pasar tanta pasta a Los Kjarjas que, con el tiempo, fueron los únicos indios bolivianos que no votaron a Morales. La cosa b) consistió en despojar a la música brasileña de todo el back-ground brasileño, de manera que el baile resultante lo podía bailar hasta una niña. Algo poco temerario. Salvo en Bélgica. Kaoma, en fin, reformuló carnalidad, domó la bestia, hasta convertirla en algo inocente, ambiental, de música de ascensor. Dibujando con ello una termodinámica del momento.

- NO SÉ USTED. Tengo 24 tacos. En breves segundos dejo la uni. Sin haber aprobado, snif, el pack Derecho Internacional. Que, otro snif, no me hará falta ni a mí ni al mundo en el futuro. En todo caso, aquel año vivo dos metáforas en dos Facultades, que igual explican la termodinámica del momento. Ahí voy. Alehop. Facultad chachi. Campaña electoral. Viene Josep Borrell. Un tipo raro. Bueno. Rarezas. Borrell explica que, ya que estamos en una Universidad, donde pillan lejos los descamisados -o descamisaos; figura retórica del peronismo que aparecía en todas la alocuciones electorales de guerra-, hablaría de temas de más entidad. Acabamos hablando de la insumisión. Borrell, a su vez, acaba hablando de pactos con los militares durante la Transi. Explica que el flamante buque insignia Príncipe de Asturias, es parte del pago a los militares por mirar hacia otra parte cuando su mirada era la de la Medusa. Al otro día, a Borrell se le cae el pelo en las ondas. La cosa es escandalosa. Ha ido más lejos que las versiones canónicas. Aquí nadie ha pagado nada por nada, todo es fruto del carácter responsable del pueblo espaetc. Facultad de Letras. El profesor Francisco Rico se tira a la piscina y nos trae, cada semana, a un pollo de la denominada Nueva Narrativa española. En sus conferencias, los nuevos narradores acostumbran a no decir nada -lo contrario que Borrell-. En contrapartida, nadie les corre a boinazos -lo contrario que a Borrell-. Se habla poco de política. Y siempre a través de las versiones canónicas. En un momento de sus conferencias sobre la nada, todos los nuevos narradores se autodefinen como contadores-de-historias. Es decir, ya no son escritores. Han renunciado a ello y han retrocedido en el tiempo hasta ser como el abuelo de Toro Sentado. Ellos explicar historias tribu en gran cascada, jau. La parábola de Borrell y la Nueva Narrativa explica tal vez, hermanos, la termodinámica del momento. Termoetc: la cultura ya no tiene nada que contar. Salvo historias. A partir de ahora, sólo la política podrá escandalizar o sorprender a la política. La cultura tendrá problemas, incluso, para sorprenderse a sí misma. La cultura es, en fin, una bestia domada. Es música de ascensor. El ascensor que sube, baja, o ni sube ni baja, a su bola, es la política. El modelo cultural de la Transi ya ha sido formulado. Es una especie de Lambada. Algo que recuerda a un remoto ritmo salvaje antiguo y que va acompañando a lo que haga o deshaga un político. Como sonido ambiente / du-du-ua.