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Reportaje:Atletismo | Campeonatos de Europa en Gotemburgo

El gran día de Mercedes Chilla

La lanzadora de jabalina jerezana logra el bronce más inesperado del atletismo español

Carlos Arribas

Mercedes Chilla llega de Jerez de la Frontera y, una tarde tan ventosa que muchos turistas por fin han comprendido por qué las azafatas-coristas -las que llevan las medallas y flores en bandejas y cantan los himnos- visten un vestido que en vez de con la lógica falda de libre vuelo se cierra por abajo en extraño bombacho, se ha convertido en el primer atleta español -hombres y mujeres: ni siquiera Manolo Martínez, el grande, lo ha conseguido- que gana una medalla en lanzamientos en un gran campeonato al aire libre. El vuelo de la jabalina lanzada por su mano tras recibir el impulso de su pequeño cuerpo, de su gran zancada, alcanzó 61,98 metros, una distancia que no es la más larga que ha alcanzado, una longitud que ni siquiera es el récord de España (que está en 62,32 metros), pero que le valió la más inesperada de las recompensas, una medalla de bronce. Por delante, la alemana Nerius (1,78m de altura, 72 kilos), oro con 65,82 metros, y la checa Spotakova (1,82 metros, 80 kilos), plata con 65,62 metros. "Ha sido el éxito más sorprendente del atletismo español en Gotemburgo", certificó el presidente, José María Odriozola, el brujo que todo lo sabe. "Yo la tenía en mis oraciones, pero como finalista. Pero ha tenido su día".

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Y tan sorprendido como el presidente estaba la propia atleta, de 25 años. "Pues claro que ha sido una sorpresa", dijo la jerezana. "Es que ni lo podía soñar. Esto no se puede soñar si se viene, como yo, con una marca de 61 metros. Yo, con haber pasado a la final, lo que también era una primicia para una española, ya estaba contenta. Y aún no sé lo que he hecho".

Mercedes Chilla practicaba en Jerez las pruebas combinadas pero la jabalina era lo que mejor se le daba. De acuerdo con su técnico, José María Vega, se especializó en el dardo. Y a ello le dedica mañana y tarde, con absoluta profesionalidad. "Hace cinco años elegí. Dejé la Universidad -estudiaba Magisterio de educación física en Puerto Real: mucha pedagogía y poca educación física- y me centré en el atletismo", explica la medallista, que se concentró durante el concurso con los Skunk Anansie a todo volumen en su iPod, que, a falta de su técnico, no invitado, se dejó guiar por los consejos de la rumana Felicia Trilea, que sabe español, y que tras terminar se abrazó interminablemente con la pertiguista malagueña Dana Cervantes, su amiga.

No hay que ser, evidentemente, finlandesa, griega, británica o de un país del este, la cuna y los territorios en que más se ha desarrollado el lanzamiento de jabalina, para llegar a ser de las mejores de Europa. Con esto del atletismo pasa como con los vinos. No hay comarca de España, por remota, desconocida, despoblada o rica que sea que no sea capa de producir grandes caldos. Incluso cuanto más pequeño sea el viñedo, cuanto más inaccesible, cuanta más atención reclame del viticultor, mejor el vino. Cuantas más las dificultades, mayor grado de cabezonería, de empeño, mayor calidad, aunque menor cantidad. No hay que ser de Rioja o Ribera de Duero para triunfar. Tampoco para ser atleta hay que entrenarse en Madrid o Barcelona. Más bien, al contrario.

Todo puede ser empeño personal, familiar. Sin moverse de San Sebastián, Naroa Agirre, trabajando con su marido y entrenador, Jon Karla Lizeaga, se ha convertido en una saltadora de altura fija en las grandes finales (el sábado terminó séptima); en Valladolid, Mayte Martínez, de las mejores mundiales del 800, trabaja con su marido, Juan Carlos Granados; y en Toledo a Julio Rey lo entrena su padre; Ruth Beitia, que salta dos metros no se ha movido de Santander, ni Manolo Martínez, el eterno lanzador, de León, donde su técnico, Charly Burón, ha creado escuela. Marta Domínguez no se mueve de Venta de Baños, ni Paquillo Fernández de Guadix, ni García Bragado de Lleida, ni Zulema Fuentes-Pila, obstaculista cántabra, de La Albericia ni de su José Manuel Abascal. Y los hay también que formando parte de un gran entramado practican una especialidad tan minoritaria que no pueden, aunque quisieran, perder el espíritu individual, olvidarse de la soledad, dejar de pensar que el atletismo es ante todo cuestión de fuerza de voluntad y amor. Así, Carlota Castrejana, la triplista riojana afincada en Madrid con el técnico Juan Carlos Álvarez tras pasar por el baloncesto o el salto de altura; o Mario Pestano, el discóbolo canario que ha encontrado nuevas alas en Barcelona con Luis Lizaso.

Mercedes Chilla lanza durante la final de jabalina.
Mercedes Chilla lanza durante la final de jabalina.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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