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Reportaje:Atletismo | Campeonatos de Europa en Gotemburgo

"Soy campeona sin quererlo"

Domínguez pensó en el año y medio que pasó lesionada que no volvería a dominar los 5.000

Carlos Arribas

En Gotemburgo ya saben de qué va la cosa. En Gotemburgo, cuando aplaudían ayer como locos a Cristian Olsson, feliz envuelto en la bandera de la cruz amarilla, vuelta al ruedo interminable, vitoreaban simultáneamente a Marta Domínguez, aun sin saber que como su héroe saltarín, la palentina también regresaba del infierno.

La historia de Olsson es tan bonita que hay que contarla. La de Domínguez, tan épica, que hay que gritarla. O versificarla.

Hace 11 años, cuando se disputaron en Gotemburgo los Mundiales de atletismo, un pipiolo zanquilargo, un chaval de 15 años, puro hueso, amante del salto de altura, vendía programas a la puerta del estadio Ullevi. Colándose entre adultos, contempló por una rendija cómo Jonathan Edwards, el último grande del atletismo británico, pasaba dos veces de los 18 metros en triple salto, cómo batía dos veces el récord del mundo llegando hasta los 18,29 metros que aun hoy parecen inalcanzables para los mortales. El mismo Edwards estaba ayer en el mismo estadio, con un micrófono en la mano comentando el triple salto para la BBC. Y en el pasillo, frente a la arena, estaba el mismo Olsson, quien, enamorado del triple salto, había dejado de lado la altura y había llegado a convertirse en el mejor del mundo. Estaba donde había estado su héroe. Pero por poco no llega. "Ha sido un largo camino", dijo el sueco tras su victoria, emocionado. "Han sido 21 meses de altibajos, y aquí estoy, de nuevo el número uno". Campeón olímpico en 2004, Olsson se lesionó poco después en un pie, y después de cuatro operaciones no volvió a competir hasta junio pasado.

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Marta Domínguez ni siquiera pudo estar en Atenas defendiendo sus dos subcampeonatos mundiales de 5.000 metros. En abril de 2004 comenzó a vivir el calvario de una lesión en el tendón de Aquiles. Retrasó una inevitable operación para intentar por todos los medios llegar a los Juegos, ensayó técnicas de recuperación múltiples, se fue a vivir a Barcelona para disponer de todos los avances y maquinarias. Se sintió derrotada. El 1 de septiembre la operaba el finlandés Sakari Orava. Un año después, compitió en el Mundial de Helsinki. Y entre medias, la duda.

"Cómo voy a pensar durante mi lesión que podría volver a ser la misma en 5.000 metros", dice la palentina, de 30 años. "Durante el año y medio, un año sin poder correr y seis meses de recuperación, pensaba que era imposible, que nunca volvería a ser subcampeona del mundo como lo había sido, con toda la negrada. Pero he conseguido volver a la elite mundial. Vuelvo a ser una campeona". Y por eso, contaba Domínguez, y porque había llegado a Gotemburgo con miedo a correr un 5.000, huyendo de la responsabilidad de volver a la prueba que la había hecho grande en todo el mundo, pensando que tendría que adaptarse a correr el 10.000, a dar otro giro a su carrera, y empezar otra vez a buscarse la vida, por eso estaban tan rara en el podio, emocionada y atacada por una risa incontenible a la vez. "Me tenía que reír a la fuerza", dijo. "He sido campeona de Europa sin quererlo. Y también, lo confieso, este título me ha emocionado mucho más que el primero".

Las reflexiones, las emociones de Marta Domínguez, las interrumpe una llamada telefónica. Es el presidente Zapatero. "Sí, no he estado mal", le dice la palentina indomable. "Me he encontrado muy bien y hay que sacar fuerzas de donde se pueda. ¿Cómo? ¿Por dentro? Sí, siempre adelanto por dentro, si me dejan hueco lo aprovecho, y lo dejaron". Como Zapatero, por dentro. Porque por dentro en una pista de atletismo es siempre por la izquierda.

Según el santoral el día de Santa Marta, la hermana de María y Lázaro, el resucitado, es el 29 de julio, a pocos les importaría una moción para cambiarlo al 12 de agosto, el día en el que la que resucitó, en Gotemburgo, fue Marta, Marta Domínguez. Ella, por lo menos, lo celebraba. "Sólo quiero seguir siendo feliz", dijo. "Ése es mi próximo sueño. Me siento una afortunada. Todo me sale bien".

Marta Domínguez posa con la bandera española tras su victoria en los 5.000 metros.
Marta Domínguez posa con la bandera española tras su victoria en los 5.000 metros.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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