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SIN PERDER LOS NERVIOS
Columna
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Dilemas a pares

Cada vez que el Bush actualmente en curso legal echa una soflama se me cuelgan los zarcillos de las venas y se me pone una expresión a lo Ignacio Astarloa, como de retroceso de la especie en pérdida del gen de la memoria. Es decir, me confundo. "Los cubanos tienen derecho a decidir su futuro", afirma Bush. Teniendo en cuenta lo que el primer zangolotino mundial y su banda conciben como defensa propia y como lucha global contra el terrorismo, esa frase plantea un montón de interrogantes a cuán más estremecedor: ¿Qué entiende Él por Cubanos? ¡Defíname Su Señoría qué cree que son Derechos! Y sobre todo: ¿Cuál sería, en su atorrante opinión, un Futuro de su gusto para los isleños: el afgano, el iraquí, el libanés, el más gusano, el del virrey Aznar repartiendo la Perla del Caribe entre Cheney y sus compinches? Da qué pensar, sí señor, da qué pensar.

Dan hasta ganas de que reaparezcan los hermanos Castro en tutú y bailando un 'pas à deux' con coreografía del doctor Barraquer y Alicia Alonso

Dan hasta ganas de que reaparezcan los hermanos Castro en tutú y bailando un pas à deux con coreografía del doctor Barraquer y Alicia Alonso. Por cierto, no sé si ha llegado a los oídos de los castrólogos (los especialistas en Castro, no en castrar ni en castrarlos) la última leyenda urbana veraniega relacionada con los motivos de la enfermedad del comandante, a quien Dios guarde donde pueda muchos años. Según ello -The Urban Legend-, fulminado por la desesperanza a causa de que Ana García Obregón este año quizá no conceda su posado mediterráneo en biquini -no con doña Letizia y su clásica elegancia cerca, supongo- e impaciente como un chanchito segoviano en vísperas de Navidad, el líder carismático se conectó a la web oficial de la mencionada bióloga, repleta de suculentos posados y negligentes negligées, de tal modo que, sorpresivamente y por decirlo usando un eufemismo que todos comprenderán, al comandante se le puso demasiado grande la marlaska. Y bueno, de ahí la hemorragia, diríase.

Yo lo llevo mejor, lo de cotillear por el www.ubregó.com, porque soy monóloga. La web carece de sentido aunque no de afanes: y eso es bueno, porque hay que ser ambicioso (sa), y no te vas a trepar al Sistema sólo con lo puesto, es decir, tu currículo como actriz y el baúl de la lencería; tienes que demostrar que eres alguien también por dentro. Así, junto a la biología y el dominio de los idiomas inglés, francés e italiano ("fluido", añade: no sé si como adjetivo o en tardío homenaje al conde Lecquio), se dan datos de un enriquecimiento interior que ya quisiera yo, y ya quisieran los Castro Brothers. Por ejemplo, además de estudiar en la escuela de arte dramático Lee Strasberg (quien en El padrino II interpretaba precisamente a Hyman Roth, conocido mafioso judío con intereses en La Habana del dictador Fulgencio Batista, que era un brothel de los gringos: ver Wikipedia), nuestra heroína, antes de encontrarse con Los Siete en La Uno -la de todos, creíamos-, siguió un curso de canto enternecedor. Nada menos que con mi respetado maestro Robert Jeantal, que en 1961, siendo yo mocita, ganó el Festival de la Canción del Mediterráneo en Barcelona, cuando la tele era en blanco y negro, con la bonita melodía titulada Dans le creux de ta main, que si quieren se la tarareo: "En la cruz de tu maaaaano, yo vi tu vida entera, en la cruz de tu maaaaano, encontré mi destino...". No prosigo, porque se me emociona el Astarloa que llevo dentro con tantos recuerdos.

Volviendo a lo del principio, entre la desaparición de Castro y la aparición de Bush, una no sabe dónde meterse. Es un dilema, sin duda, más importante pero similar al que me plantea la existencia o inexistencia de la hija de Tom Cruise. Sería horripilante descubrir que nos han tenido engañados. ¿O no lo sería? ¿No se sentiría la humanidad más relajada si todo este tiempo la novia hubiera llevado un cojín como el que bordaba mamá en cualquier versión de Mujercitas?

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