_
_
_
_
MAR DE COPAS
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Elefantes, 'coca-colas' y bistecs

Si se le ocurre pedir una Coca-Cola en un bar, cuidado. Existe una minoría de camareros que, sin avisar, le servirán una Pepsi-Cola. Si acepta, allá usted. Pero si se niega a que le den el cambiazo y le recuerda al incompetente que ha pedido una Coca-Cola y no una Pepsi, escuchará esta degradante respuesta: "Es lo mismo". Pues no, señor: no es lo mismo. Cuando Frank Robinson tuvo la idea de inventar el nombre del refresco, lo hizo para dotarlo de una identidad que hoy representa el 3% del consumo líquido de la humanidad. El producto ha evolucionado y los cocacólicos habrán notado que es menos coca y más cola, y que si antes su explosivo sabor producía lágrimas de satisfacción (sobre todo en ayunas), ahora ya no estremece tanto.

Sobreviven, eso sí, algunas características fundacionales, incluso en esa variedad que lleva el sintomático nombre de Coca-Cola Zero. Si se revisa la historia publicitaria de la marca, encontraremos un primer anuncio que, ya en 1886, decía: "Una bebida deliciosa, refrescante, estimulante y vigorizante" (se cuenta que, en una de sus fincas, el segundo propietario de la empresa, Asa Candler, tenía cuatro elefantes llamados Coca, Cola, Refrescante y Deliciosa).

Algunos quizá prefieran otro lema más poético: "Vuelve alegre al melancólico y fuerte al más débil". Tantas virtudes invitan a preguntarse si los valientes galos del pueblo de Astérix no se metían chispa de la vida por la vena para enfrentarse a los romanos. Si Obélix se hubiera caído en una marmita llena de Coca-Cola, ¿se habría desintegrado, como dice la leyenda que ocurre si sumerges un bistec durante un día dentro de un vaso de este refresco? No. Sumergí 200 gramos de ternera gallega en el contenido de una lata de Coca-Cola cosecha Mundial 2006. Pasadas 24 horas, la carne no había sufrido ninguna mutación relevante, sólo un empeoramiento del color que también podría aplicarse al líquido. Quien quiera leyendas más fiables sobre esta bebida, puede leer La historia del mundo en seis tragos, el libro de Tom Standage. Allí se cuenta que durante las negociaciones posbélicas sobre el reparto de Alemania, Zhukov, líder militar soviético, se enganchó a la Coca-Cola que le había hecho descubrir Einsenhower. "Con todo, era reacio a dejarse ver disfrutando de un producto tan identificado con los valores estadounidenses, sobre todo a medida que se intensificaba la rivalidad entre las dos superpotencias. Así que Zhukov realizó una inusual petición: ¿era posible elaborar Coca-Cola incolora, de un modo que se pareciera al vodka, la bebida tradicional rusa? Su petición fue transmitida a la Coca-Cola Company, que, como no podía ser menos, aceptó y, con el visto bueno del presidente Truman, ideó una versión transparente que enviaban a Zhukov en botellas cilíndricas especiales, selladas con una chapa blanca y etiquetadas con una estrella roja soviética".

Cóctel del día: Normando

2/3 Calvados, 1/3 agua tónica y 1 rodaja de manzana. Preparar directamente en vaso alto con cubitos de hielo. Bibite! (¡Salud! en latín).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_