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Crónica:PIE DE FOTO | EL PAÍS, 30-09-2005
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cuota y paridad

Juan José Millás

Los kilos que le faltan al niño de la foto han salido a subasta, así que están en el Mercado (con mayúscula), lo mismo que los de 146 millones de niños cuyo peso es inferior al que les corresponde. El año pasado, en Níger, la gente se moría a unos metros de los puestos de venta en los que se exponían cereales y hortalizas. Pero los organismos internacionales aconsejaron que no se bajaran los precios para no romper las reglas del Mercado. Si lees un reportaje sobre desnutrición, tropiezas más veces con el término Mercado que con la palabra metabolismo. ¿Por qué? Porque la desnutrición está gestionada por economistas del ala liberal, según los cuales los kilos regresarán a los niños cuando el Mercado funcione, de una vez por todas, en África. La experiencia, sin embargo, no dice eso. La experiencia dice que la desnutrición infantil, pese a la intervención del Mercado, no ha tenido avances significativos en los últimos 15 años. La ONU ha renunciado prácticamente al objetivo (¡fijado para 2015!) de reducir a la mitad el hambre de los niños.

Es fácil imaginar un mundo sin niños, pero no sin Mercado. Preferimos el hambre al desorden

No sabemos qué significa reducir a la mitad el hambre de los niños, si que se muera uno cada dos minutos (ahora muere uno cada sesenta segundos) o extender la desnutrición hasta lugares donde no es que tengan menos kilos de los que les corresponden, sino que ni siquiera tienen kilos. Hay varios pueblos así en el llamado Cuerno de África, sitios en los que notas a tu alrededor presencias fantasmales que corresponden, en efecto, a personas que flotan, invisibles, a tu alrededor porque no tienen ningún kilo y están muertas. Pero una vez que el Mercado arranque, dicen, comenzará un ciclo de prosperidad. De ahí que, por malo que parezca el panorama, sea preciso mantener la calma y no sacar los kilos del niño de la foto, ni de ningún otro niño, del Mercado. De momento les hemos puesto al niño y a su país una cánula por la que les llega un poco de caridad, para que no se deshidraten.

Es fácil imaginar un mundo sin niños, pero no un mundo sin Mercado. Preferimos el hambre al desorden. De ahí que los organismos internacionales hagan planes a 15 o 20 años, que es como si a usted, frente a un infarto, le dan hora para el año que viene: la lentitud en la atención constituye el modo más eficaz de cronificar el problema. Uno se muere con sus enfermedades crónicas, pero no de ellas. El Mercado no morirá a causa de la desnutrición de los países llamados eufemísticamente "en vías de desarrollo", sino que se alimentará de su cronificación (excelente palabra, cronificación) a través de una cánula que le metemos al Mercado por el culo.

En cualquier caso, y por si en las líneas anteriores se me hubiera deslizado algún juicio involuntario en contra del Mercado, quede claro que esta foto, publicada en septiembre, como las tres o cuatro restantes de niños con moscas aparecidas en los meses posteriores, forman parte de la cuota informativa aconsejada por el Mercado de la información. También mi artículo, no nos equivoquemos, es un artículo de cuota. No escribiré ninguno más sobre el hambre durante el mes de agosto. Únicamente señalar que, como se ha demostrado en otros ámbitos, lo contrario de la cuota es la paridad. Pero no estamos por la labor.

ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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