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SIN PERDER LOS NERVIOS
Columna
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Rupert, ¡te necesitan!

Que agosto es un infierno -pues anda que julio- no es algo que esta cronista vaya a descubrirles a ustedes. Pero si hay algo que me crispa, que me pone frenética en agosto, es que lo empecemos con la confesión de un famoso que afirma luchar denodadamente con la bebida. Éste ha sido el caso de Mel Gibson, recién detenido con las manos en el volante y el soplo eufóricamente etílico. Dice el tío que tiene un problema con la bebida. Con la bebida. Antes fueron Charlton Heston y George W. Bush. También ellos tuvieron su problema. Con la bebida. Con la bebida.

Es el mundo el que tiene un problema con quienes tuvieron problemas con la bebida, con la bebida, y nunca con su conciencia.

Personalmente, el problema que tengo yo, sin perder los nervios -que no los he perdido en peores plazas- consiste en que, al no trabajar para Rupert Murdoch, ignoro qué tengo que opinar ante el desastre reinante. ¿Hacemos a Israel de la OTAN para poder bombardear personalmente lo que queda de Líbano? ¿Ha seguido Acebes un régimen estricto para que le sobren dos tallas de camisa o es el sufrimiento por los herejes muertos en aquel país lo que le adelgaza mientras duerme? ¿Queda por ahí, aparte de nuestro Gobierno, alguien con corazón, alguien con decencia? Aunque beba.

Es el mundo el que tiene un problema con quienes tuvieron problemas con la bebida, con la bebida, y nunca con su conciencia

Como ni cobro de Rupert ni le necesito, y antes me cortaría las venas con un posavasos que pedirle un sueldo, puedo plantearme cuestiones banales. Por ejemplo: ¿Cerramos el Cervantes de Tel Aviv como muestra de desacuerdo con sus masacres de Gaza y Líbano? ¿O sacamos a Israel de las competiciones deportivas? ¡Israel, fuera de Eurovisión!, se me ocurre, de súbito. Bueno, eso no. Quizá sería para ellos un alivio. Mejor: Israel, condenado a cantar a diario en Eurovisión hasta que cambie de política en Oriente Próximo. Podría acompañar Condi, al piano.

Pero me estoy equivocando con respecto a Gibson. Él es un católico integrista, no un mangante neocon como Aznar ni como Blair ni como el primo de Bush Jr., John Ellis, comprados por Rupert Murdoch para proseguir con su política planetaria de golpismo mediático de ultraderechas pro sionista salvaje. Ellis, si les interesa, fue contratado para que fuera el primero en comunicar por Fox News la victoria de Bush hijo, tras haberse entrevistado con sus primos, el presidente propiamente dicho y su hermano el gobernador de Florida, Jeb o el terror de los delfines de Miami.

Gibson, nos guste o no -El año que vivimos peligrosamente me gustó muchísimo- pertenece a la categoría de católico cerril atormentado, lo cual le hace digno de mi piedad. Y se ha ganado la plata con el sudor de su transplante capilar, y de diálogo arameo a diálogo maya.

Se preguntarán qué hago aquí, comentando estas frivolidades, cuando debería haber sido destacada a primera línea, a la cárcel de Alhaurín, do moran en este momento al menos el 0,50% de los chorizos de ¡España! Y también querrán saber por qué no estoy en Seseña, hocicando con El Pocero. Bueno, nadie es perfecto. Y, además, no estoy de humor. No pierdo los nervios, pero no estoy de humor.

Me preocupa, sin embargo, esa reunión en San Francisco de los que están en nómina de Murdoch (los Clinton, también), y donde Blair se ha puesto de acuerdo con ese gran científico... ¿Hawkins? Ah, no, bruta. ¡Schwarzenegger! Sí, se han puesto de acuerdo para fomentar la investigación con células madre. Esta decisión anti-Bush (e incluso anti-Rajoy, si Rajoy existiera, que es mucho decir) resulta de lo más desconcertante.

¿Se trata de una rebelión destinada a conseguir que Murdoch supere, vía experimentación científica, el trauma psicológico que debió de causarle haber actuado como madrino Corleone en la boda de Ana Aznar Agag? ¿O estamos ante una decisión trascendental, tipo Quien Bien te Quiere te Hará Sufrir, como decían nuestras madres? Es decir: se proponen clonar a George, mal que le pese.

Temblad, pero sin nervios.

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