El lateral que inventó Lippi
Gianluca Zambrotta, tipo con fama de introvertido que ha firmado cuatro campañas con el Barcelona, estima que su éxito se basa en el trabajo
Marcelo Lippi creyó a Gianluca Zambrotta cuando, a falta de 10 días para empezar el Mundial de Alemania, se reunió con él. Sufría una lesión muscular en la pierna izquierda y la cosa no pintaba bien: "Tranquilo, mister. No jugaré el primer partido, pero no me perderé ninguno más". Conociéndole como le conoce, Lippi no lo dudó y se lo llevó a Duisburgo, donde Italia montó su casa en Alemania. Gianluca no jugó contra la República Checa, pero sí los otros seis partidos que llevaron a Italia a ganar el Mundial.
En 1987, Alberto Zambrotta y su hijo Gianluca llegaban en coche a los entrenamientos de las divisiones inferiores del Como. Cuando tenía 10 años, los cazatalentos del club norteño le descubrieron jugando en Rebbio, el pueblecito donde nació, y le invitaron a entrar en la escuela del equipo, representativo de una región que, dicen, marca el carácter de sus gentes. Allí, los inviernos son duros, largos y fríos. La gente es seria y trabajadora, va de cara y no se esconde nunca.
"Nadie vale tanto dinero, no soy una estrella", dijo en 1999 cuando la Juve pagó 15 millones por él
En el coche, camino de Como, al niño cada tarde le dolía la barriga. Al llegar al campo de entrenamiento, se quedaba sentado en el banco. Aquello, por repetido, sonaba a excusa. Hasta que papá Alberto dijo basta: "¿Se puede saber qué te pasa?", le preguntó a su hijo. "Papá, me gusta jugar a fútbol, quiero ser futbolista, pero lo que de verdad me gusta es jugar con mis amigos de Rebbio". "Tú mismo", respondió Alberto: "nadie te obliga a jugar en el Como. Si no quieres volver, no volvemos, te quedas en casa y juegas con tus amigos. Pero que lo sepas: Ninguno de tus amigos le ganará nunca un partido al Milan con la Juventus". Le dio vueltas al tema durante toda la noche y a la mañana siguiente, a la hora del desayuno, el niño preguntó. "Papá, ¿podemos volver hoy a Como?". Apenas siete años después, cuando tenía 17, debutó con el primer equipo, en la Serie B como extremo derecho. Hoy, 12 años después, Zambrotta acumula 58 partidos con la selección italiana, con la que se proclamó subcampeón de Europa en 2000 y campeón del Mundo hace sólo unos días en Berlín. También ha jugado 276 partidos en la Serie A del calcio y acaba de firmar por cuatro temporadas con el Barcelona.
Txiki Begiristain, director deportivo del club azulgrana, le define como una persona "muy seria" y un futbolista "físico y de talento". Nada nuevo, siempre fue así y seguramente eso fue lo que le gustó a Carlo Regalia, mítico director deportivo del Bari, que se lo llevó al sur en 1997. Allí jugó dos temporadas y dejó huella: Dino Zoff le llamó para que debutará con la selección italiana, un 10 de febrero. Fue contra Noruega y tenía 22 años. Hacia 50 años que ningún jugador del Bari defendía la azzurra.
Poco después, el Juventus cerraba un acuerdo para fichar a aquel prometedor jugador, ya convertido en centrocampista: 15 millones de euros pagó por él en 1999, traspaso que sigue siendo un récord en el Bari. "Nadie vale tanto dinero. Yo no, por supuesto. No soy una estrella, todo lo que tengo se lo debo al trabajo", dijo en su presentación, poco antes de conocer a su íntimo amigo, a su "hermano" Pesotto. Ya en la Juve, Lippi le cambió definitivamente su posición en el campo. Fue antes de un partido contra el Brescia. "Si quieres que sea lateral, seré el mejor". Lo fue en el Mundial y espera serlo en el Barça a partir de ahora, donde coincidirá con su compañero juventino Lilian Thuram, que hoy pasa revisión médica en Barcelona.
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