"A veces pienso en contratar un psicólogo"
García vuelve a hundirse en la última jornada
Sergio García empezó a fallar muy pronto. En el hoyo dos. Entonces, dio saltitos en cuclillas, cuchicheó con su caddie e hizo movimientos de rotación con el cuello mientras sacaba la lengua y resoplaba. Parecía nervioso. "¡Qué va, estaba súperrelajado y muy confiado!", negó tras concluir su recorrido y ante la sorprendida mirada de algunos periodistas. "Algunas veces he pensado en contratar un psicólogo para fortalecer la mente, pero no en esta ocasión", reveló con una sonrisa que subrayaba su conformidad con el resultado: "He hecho todo lo que había que hacer y, simplemente, se ha visto desde el principio que las cosas estaban por torcerse". Recordó fallos puntuales y los atribuyó a la esquiva fortuna: "Aquel golpe en el cinco podía haberse ido un metro más allá y hubiese sido magnífico. O aquel putt que no entró por poco podía haber acabado dentro". Además comentó que "hacía viento" y que la cosa "no era tan fácil".
Otra vez el último día no era su día. ¡Vaya! Qué se le va a hacer. Mala suerte. ¿O no? Las estadísticas demuestran que tras esa aparente "falta de fortuna, cosas que pasan" se esconde una causa profunda. Los domingos tienen la cualidad de paralizar la voluntad del jugador castellonense. Utilizando como referencia sólo este último año, García ha estropeado en el instante final sus recorridos en siete torneos de los 13 en que ha participado. En los otros cinco, ni siquiera llegó con opciones a la jornada final. Escandaloso fue su desmoronamiento en el TCP (The Players Champ) y en el Buick Invitational. Los miles de parámetros numéricos que manejan los responsables del circuito apuntan a la fragilidad mental del español: su media en las cuartas rondas es de 73,9 golpes, significativamente más alta que su media global (72).
Ayer sólo escapó de esa hipnosis negativa cuando ya nada importaba. Entonces, arregló un poco su tarjeta. "Yo necesito un principio positivo, algo que me ponga a tono desde el comienzo", reconoció el jugador, al que arropaban su madre y su hermana. "Estoy un poco triste, pero contento con mi golf en mi torneo favorito", insistió el Niño, que ya no es tan niño a sus 26 años, y que ha cambiado su actitud fuera y dentro del campo. De la audacia que mostraba en la hierba ha pasado a un cierto fatalismo, y de la actitud arrogante con la que trataba a la gente ha virado hacia una actitud respetuosa con las opiniones de los demás. La primera transformación, dicen, tiene que ver con su cada vez más empequeñecida figura frente a la enormidad de Tiger Woods. De la segunda, comentan que se debe a las críticas a su juego de la prensa estadounidense, que "se ha ocupado de bajarle los humos". Lo cierto es que García, que no reconoció sus nervios en ningún momento, salió del hoyo 18 riéndose y saludando a sus familiares con alegría.
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