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Crónica:Golf | Open Británico
Crónica
Texto informativo con interpretación

Las lágrimas de un genio

Tiger Woods, con sólo 30 años, logra con superioridad su undécimo 'grande' y ya tan sólo le aventaja el mítico Jack Nicklaus, con 18

Tiger Woods, en el medio del circo romano que dibujan las gradas metálicas del green del hoyo 18, saludó al público, recibió los aplausos del ganador y se escabulló por el dédalo de cuerdas que prohíben o permiten el paso hacia la casa club del Royal Liverpool. Antes, su caddie le cubrió con los hombros mientras lloraba y señalaba al cielo en recuerdo de su padre, fallecido de cáncer hace tres meses. Después, en un pasillo de paja y arena, se abrazó a su asistente y se quedaron pegados mientras su mujer observaba la escena. Inmóviles. Cinco, seis segundos. Quizás más. Cuando el Tigre levantó la cabeza del hombro de amigo, seguía llorando. Una visión muy extraña en el siempre controlado Tigre, de disciplina personal para las emociones casi militar.

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"Muchos hemos tenido la mala suerte de ser contemporáneos de Tiger", sostuvo Els
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Limpiándose las lágrimas, entró a firmar su tarjeta global de -18. Es su undécimo triunfo en un grande y el tercero en un Open Británico, el segundo consecutivo (ganó en 2000, 2005 y ahora, en 2006). "No suelo emocionarme, ya lo sabéis, pero en ese momento me han venido a la cabeza todas las cosas, mi padre y lo que significa para mí el golf", explicó tras recoger el trofeo, el Claret Jug, una jarra estilizada que el jugador anunció que sería "bien rellenada".

Una victoria basada en una solidez mental que ha aniquilado a toda una generación de grandes golfistas. "Todo un grupo de jugadores hemos tenido la mala suerte de ser contemporáneos de un tipo como Woods", reconoció el surafricano Ernie Els. "Tigre, déjanos ganar alguna vez a nosotros", le interrumpió en su discurso triunfal Chris Di Marco, el segundo clasificado, provocando ciertas risas pero subyaciendo la idea de que los demás, por el momento, parece que compiten por el segundo puesto cuando Woods está entonado.

Tiger, cuyo padre falleció por un cáncer de próstata hace tres meses, ha dominado su deporte con una suficiencia desconocida en el golf. Sólo comparable a la del mítico Jack Nicklaus. La madre de Di Marco también falleció hace muy poco, dos semanas. "He competido por ella, porque se hubiese enfadado mucho si hubiese renunciado. Ella peleó porque yo llegase a esto y me llevaba a todos los torneos infantiles y amateurs".

En 1991, un responsable de un venerable campo estadounidense, aseguraba que las cosas seguirían siendo como siempre: "Golfistas blancos y caddies negros". En ese mismo campo, en 1996, Tiger Woods, negro, ganaba el campeonato de la PGA. E inauguraba una década de superioridad sólo ralentizada durante las temporadas 2003 y 2004, cuando problemas de tipo personal y con su swing convirtieron a Woods en un común mortal. Este año lleva unas ganancias por encima de los 72 millones de dólares en premios. Sus contratos publicitarios le convierten en uno de los deportistas mejor remunerados del planeta y son de un valor prácticamente incalculable. Sin embargo, su amor al juego y su responsabilidad con su propio trabajo quedan reflejadas en una curiosa anécdota de hace tres años. Nike, uno de sus patrocinadores, le obligaba a jugar con unas maderas determinadas. No se sintió cómodo y pidió volver a su modelo antiguo públicamente.

Ayer, tenía su gracia ver como Di Marco se aproximaba con magníficos golpes al californiano, que respondía de inmediato "saltando otro escalón". Daba la impresión de que lo hacía aposta. De que podía controlar perfectamente el tempo del torneo. Eso sucedió, especialmente, entre los hoyos 14 y 16, en los que Woods respondió a su rival con tres birdies.

El Tigre basó su triunfo en la tremenda solidez de su putt. La distancia con las maderas se le presupone. La capacidad de jugar en la calle, también. Durante todo el torneo ha rehusado utilizar el driver alegando que la distancia que le daba era "incontrolable". Se ha quejado de la "dificultad" del campo. De los vientos del mar irlandés, de su sequedad. Pero se ha quedado a un solo golpe de batir su propia marca de -19, fijada en el pasado año en Saint Andrews.

Resultados finales: 1. Tiger Woods (Estados Unidos), 270 golpes (18 bajo par). 2. Chris Di Marco (Estados Unidos), 272. 3. Ernie Els (Suráfrica.), 275. 4. Jim Furyk (Estados Unidos), 276. 5. Hideto Tanihara (Japón) y Sergio García, 277. 7. Ángel Cabrera (Argentina) y Carl Pettersson (Suecia), 278. 9. Andrés Romero (Argentina) y Adam Scott (Australia), 279. 11. Anthony Wall (Reino Unido), Ben Crane y Sk Ho (Corea del Sur), 280. 14. Sean O'Hair (Estados Unidos), yRetief Goosen (Suráfrica), 281. 16. Robert Rock (Reino Unido), Brett Rumford (Australia), Mikko Ilonen (Finlandia), Geoff Ogilvi (Australia) y Robert Allenbey (Australia), 282. 41. Miguel Ángel Jiménez, 287. 48. G. Fernández-Castaño, 288. 56. José María Olazábal, 289.

Tiger Woods, a la derecha, llora sobre el hombro de Steve Williams, su <i>caddie.
Tiger Woods, a la derecha, llora sobre el hombro de Steve Williams, su caddie.REUTERS

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