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Explotación y bajos sueldos

El vertiginoso desarrollo que ha vivido China desde que Deng Xiaoping inició las reformas económicas en 1978 se ha producido, en buena parte, gracias a las duras condiciones que viven muchos de sus trabajadores.

Bajos sueldos, jornadas de 12 horas, falta de vacaciones, escasez de medidas de seguridad en el puesto de trabajo, enfermedades laborales, e incluso trabajo infantil son corrientes en un país, cuya economía ha crecido a una media del 9,6% anual en el último cuarto de siglo. Esta situación da especialmente entre los 140 millones de emigrantes que han dejado sus pueblos en busca de una oportunidad en las grandes ciudades y las desarrolladas provincias de la costa. En China, está prohibidos los sindicatos independientes. Durante estos años, cientos de millones de personas han salido de la pobreza.

Las enfermedades laborales y los accidentes le cuestan cada año a China 100.000 millones de yuanes (9.875 millones de euros), según ha asegurado esta semana Li Tao, director del Instituto para el Control de la Salud Laboral, y el coste indirecto asciende al doble. Li afirma que las enfermedades derivadas del trabajo se han convertido en un grave problema de salud pública, que amenaza la estabilidad social del país.

La Administración Estatal de Seguridad en el Trabajo desveló el año pasado que anualmente mueren en China del orden de 15.000 personas en accidentes industriales.

Sólo en las minas fallecieron 5.986 personas en 2005, según el Gobierno, aunque expertos independientes dicen que la cifra real ronda 20.000 personas.

El problema es especialmente serio en un país en el que la sanidad es de pago. Los problemas de salud son una de las razones que contribuyen a la pobreza en las zonas rurales.

Pekín quiere mejorar las condiciones de vida de el campo, lo cual, según afirma, contribuirá a impulsar el consumo privado nacional, limitando de este modo la dependencia de las exportaciones y la inversión.

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