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Reportaje:

'Zidane' se quedó sin jugar

Uno de los obreros muertos en Alcobendas, con parecido al futbolista, fue a trabajar con la promesa de llegar pronto a casa

F. Javier Barroso

Mientras el jugador francés Zinedine Zidane se excusaba por haber dado un cabezazo a su oponente italiano Marco Materazzi en la final del Mundial, otro Zidane más anónimo perdía la vida bajo toneladas de hormigón y de hierro. Este obrero polaco, cuyo nombre era Robert Tomart Wrone, de 32 años, también saltó a los medios de comunicación, pero por una razón más luctuosa. Fue junto a su compañero Plácido Oviedo Peláez, de 44 años, el que murió en el derrumbe de las obras de un edificio de oficinas en Alcobendas el jueves. Entre todos sus amigos era conocido como Zidane por su gran parecido físico con el jugador francés.

Robert Tomart llegó a España hace siete años, después de vivir en la ciudad polaca de Lodz, en el centro del país. Allí conoció a su esposa y enseguida se vinieron a España. Apostaron por Madrid, porque pensaron que habría más posibilidades laborales. Finalmente se ubicó en Alcalá, donde existe una gran colonia de inmigrantes polacos. Su trabajo desde el primer momento fue el de pulidor de hormigón, oficio que aprendió ya en España. "Tenía un carácter muy duro y no dejaba que nadie le pisara el terreno. Eso sí, era muy amigo de sus amigos y nunca te fallaba", comentaba ayer Antonio delante del Instituto Anatómico Forense.

Plácido, con una brecha en la cabeza, decidió trabajar el día que perdió la vida

Julia, la viuda, con lágrimas en los ojos, no dejaba de mirar la foto de su marido. "Ayer [por el jueves] entró más tarde a trabajar. Pudimos desayunar sobre las diez juntos con nuestro hijo. Estaba muy contento. Le dijo al pequeño que iba a volver pronto para poder jugar con él", explica la viuda. "Al final, su hijo se quedó esperando. Y yo también...". Julia no puede terminar de hablar y se echa a llorar.

Robert era una persona alta y con una gran fuerza. Sus pasiones eran viajar por toda Europa, las motos y los coches. Había previsto regresar a su país en uno o dos años para estar cerca de su familia y sus amigos. "Cuando nos dijeron que estaba atrapado, pensé que iba a sobrevivir. Siempre tuve esa esperanza, porque era muy fuerte. Creí que podría resistir, pero lo que le cayó encima fue demasiado", añade. Julia está deshecha. Va acompañada por dos amigos que no la dejan en ningún momento. Ella no para de ver la foto de su marido. "Era extraordinario y teníamos tantas cosas por hacer...", musita entre lágrimas.

Robert no tenía más familia en España. Todos sus allegados residen en Polonia, incluido su hermano menor.

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Los cuerpos de Robert y de su compañero Plácido fueron trasladados ayer al cementerio Jardín de Alcalá de Henares. El primero será repatriado a su país natal, mientras que el segundo será inhumado en la localidad complutense.

La familia de Plácido también estaba destrozada. El fallecido se había dejado muchas ilusiones en el camino que segó el derrumbe en Alcobendas. "Se empeñó en que quería una niña y no paró hasta que la conseguimos. Menos mal que una de sus ilusiones sí la vio cumplida", explicaba David, su primo. Detrás quedaron la reforma de su chalé en la localidad alcarreña de Villanueva de la Torre (5.664 vecinos) y el comprarse un coche de lujo, concretamente, un Mercedes.

El dolor era todavía mayor porque Plácido no tenía que trabajar el día del mortal accidente. El miércoles recibió un golpe con un hierro en la cabeza. La brecha que le produjo necesitó seis puntos de sutura. Pudo haberse quedado de baja, pero decidió ir a su puesto de trabajo en el polígono Río Norte de Alcobendas. "Esa es una muestra más de lo excelente que era. Pudo quedarse en casa de baja, pero dijo que era mejor ayudar a sus compañeros", comentó la viuda.

"Todo lo que digas de él es muy poco. Era una persona excelente en todo, que se desvivía por los demás y nunca tenía nada para sí. Estaba empeñado en terminar la casa para que la disfrutaran sus hijos", afirmó la esposa. Plácido tenía tres hijos de once, tres y un año y medio. Residió durante mucho tiempo en Alcalá de Henares, pero decidió trasladarse al límite de la provincia de Guadalajara para disfrutar de una vivienda unifamiliar en la que disponer de algo de parcela. "Era cuando mejor se lo pasaba, cuando estaba junto con su familia, sus amigos... Era un padrazo, muy cariñoso y siempre pendiente de los suyos. Nadie podrá decir nada malo de él", añadió la mujer.

Ambas familias desconocían ayer los motivos que pudieron desencadenar el accidente. "La policía no nos ha dicho nada" era la frase que más repetían los allegados. Éstos no descartan personarse la próxima semana en el proceso como acusación particular.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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