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DESDE MI SILLÓN | TOUR 2006 | Décima etapa
Columna
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Juanmi Virenque

La memoria, ay la memoria, que buena es, y que mala para ciertas cosas. Vayamos a las buenas, que terminaremos antes.

Quién no se acuerda del francés Richard Virenque, sí hombre, como no, el figura ese incombustible que siempre estaba ahí con su maillot blanco con lunares rojos. Decir Virenque y Tour de Francia es como hablar de Simon&Garfunkel, o de Faemino y Cansado. Para el disfrute de todos, no hay uno sin el otro.

Hace un par de años, cuando yo era compañero de Richard, decía de él que siempre estaba ahí y que algo me decía que ahí seguiría estando. Físicamente ahí sigue, creo que de colaborador con algún canal de televisión, no me hagan mucho caso, pero por ahí se le ve de vez en cuando.

Pero no es a eso a lo que voy. Virenque, el ciclista, es como Elvis, que dicen que aún sigue por ahí rondando. Virenque es inimitable, como todos los genios, pero su espíritu aún sigue vivo y busca el cuerpo de algún que otro escalador para manifestarse. Y que mejor que hacerlo en el de algún amigo suyo, uno como el granadino Juan Miguel Mercado, por ejemplo.

Juanmi y Richard fueron compañeros un par de años en el equipo belga Quick Step. Dos fichajes, cada uno a su manera. Ambos compartían el mismo don para los idiomas, es decir, ninguno. Uno hablaba español y el otro francés, y los dos más bien poco de italiano, pero aún así se entendían. Se entendían porque había entre ellos una mutua admiración. Mercado veía en él a su ídolo, un ídolo que se convirtió enseguida en su maestro.

Para Virenque el granadino era la imagen de su juventud, la ilusión, la entrega, el orgullo. Virenque no cesaba de gastarle bromas, repitiéndole sin duda bromas que tuvo que aguantar él en sus años jóvenes. Todo era parte del proceso de aprendizaje, y Mercado lo sabía.

Regresamos del "flashback" y nos situamos en la etapa de ayer, Cambo-Pau, la primera de montaña. Mercado coge la escapada buena, un grupo amplio que se irá seleccionando en cuanto lleguen las rampas duras. Juanmi aprieta para arriba, y consigue quedarse con la única compañía del francés Dessel.

Éste pasa primero los puertos y es el líder virtual, tanto de la montaña como de la general -el alumno no es tan bueno como el maestro- pero Juanmi no se inquieta, piensa en la etapa. Consiguen llegar, y en la meta Juanmi esprinta con rabia para terminar levantando los brazos a lo campeón.

Y Virenque sonriendo y disfrutando de que aún retirado, el viejo Richard sigue ganando.

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