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Por qué 'sí' a Montilla

¿Por qué a Montilla, de parte de un maragallista? Porque creo que el proyecto que defienden uno y otro es el mismo, incluidos los aspectos que se refieren al catalanismo. Evidentemente, lo que sí parece cierto es que van por caminos distintos. Cuál puede ser el más eficaz, aún está por ver. Quizá la conjunción del uno y del otro, ya veremos. En cualquier caso, ésta es una oportunidad y también un reto para los que defendieron entre bastidores posiciones que ahora tendrán que afrontar directamente.

Yo soy maragallista, a partir de un recorrido que no acostumbra a ser común, por lo menos entre mi gente, los empresarios. Yo lo soy y lo fui, porque desde joven participo de los valores y las ideas de la izquierda, y los expresados por el catalanismo dentro de esta tendencia. En este sentido, valoro a Maragall como el líder que más se ajusta a mi utopía, con visos de realidad.

Muchos votantes de Maragall proceden de otras tendencias políticas. La mayoría, de unas clases medias y empresariales que, tradicionalmente, han considerado el socialismo como el enemigo del alma. Yo he sido testigo del giro que en este aspecto se ha producido en nuestro país. Durante las elecciones a la alcaldía que disputaron Maragall y Roca, me fue imposible lograr que un solo empresario votara a Maragall, votara socialista.

Esta situación ha cambiado radicalmente. Y ello ha sido obra de Maragall, en parte por su estilo y en parte por su origen. El hecho es que se trata de un cambio radical, un signo más de la modernidad que está alcanzando este país, que se asemeja cada día más a los grandes países de Europa, donde los partidos socialistas están formados por las clases medias y empresariales, y tienen el apoyo de éstas.

Con relación al proyecto al que hago referencia, creo que tiene en estos momentos dos objetivos. Por una parte, el problema está en cómo hacer más competitiva y más igualitaria nuestra sociedad. Cómo hacerlo dentro de un proceso de participación, no partidista, y de transparencia. Por esta razón, resulta importante no volver a caer en el régimen de los 23 años, en el que dejamos una buena parte de nuestra competitividad y crecimiento detrás de una política de espaldarazos.

En este sentido, está claro que el proyecto de Maragall y el de Montilla es el mismo. Por ello digo a Montilla. Pero en ambos casos existe, además, un problema añadido. Este problema se llama PSOE, por no decir que se llama España. Como lo tiene CiU, que lo oculta de manera falaz, bajo la bandera, mientras mangonea con la máxima discreción.

Es en el modo de afrontar este problema donde se verán con más claridad las diferencias entre los dos líderes, o donde deberían verse. Maragall lo ha tratado en su carrera política desde la distancia y con una cierta afirmación de independencia respecto al partido. Montilla parece estar convencido de que la proximidad y la complicidad con el PSOE ha de ser el mejor garante de nuestras libertades y reivindicaciones. Pero uno se atreve a recordar que la proximidad a menudo facilita los noes más que los síes. Creo que en este momento vale la pena tener en cuenta que el PSC lleva muchos años instalado en una contradicción permanente, en este campo. Una contradicción que puede apreciarse visualmente en cualquier retransmisión televisiva desde el Parlamento español, en las que todo el país puede constatar la evidencia de que el PSC no existe, simplemente por falta de grupo parlamentario propio.

Situaciones parecidas resultan especialmente preocupantes para los votantes socialistas catalanes, que han mantenido una larga reivindicación para alcanzar su autogobierno. Elecciones tras elecciones, una buena parte de los votantes del PSC se sienten frustrados por la dependencia respecto a un partido central, cuando políticamente votan para acabar con el centralismo. Las contradicciones mantenidas desgastan y acostumbran a acabar mal. Maragall no tuvo tiempo u ocasión para encontrar la salida, no se le dio esta oportunidad. ¿La tendrá Montilla?, ¿nos demostrará que con proximidad se puede lograr, por ejemplo, el grupo parlamentario del PSC? Esto favorecería un cambio radical de visión, una amplia perspectiva, me atrevo a decir, de libertad y de sosiego.

Xavier Muñoz es empresario.

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