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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Sólo horizontal

Esta semana he visto muy poca tele excepto el infinito minuto 58 segundos de silencio místico (más cristiano que budista) al que nos sometió Jesús Quintero en el prime time del miércoles. En cambio he discutido mucho de tele con casi todos los responsables de las parrillas españolas. Cuando yo trabajaba haciendo las columnas que están a la izquierda de esta columna, a las parrillas les decíamos entonces rejillas y las pensábamos exclusivamente en vertical, como si se tratara de una pieza tipo Vicent, Rivas o Millás, con principio, nudo y desenlace. Estábamos ingenuamente convencidos de que la TV también se veía y se leía así, tal y como redactábamos las parrillas de pretensión columnera, de arriba abajo, con mucha continuidad, coherencia lógica y fidelidad a la cadena. Hasta que un día, alguien que venía del extranjero donde estos errores primerizos ya se habían superado nos contó que era al revés.

Los telespectadores consumen en horizontal, sólo están interesados por el nudo, por el prime time, leen la programación transversalmente sin importar un bledo lo que se emite antes o después, y siempre, siempre son infieles al logo. A este cambio de lo vertical a lo horizontal en la lectura de las parrillas con formato de columna se le llamó la dictadura del share, la tiranía del prime time y el despotismo de la audiencia, un territorio donde sólo rige la moral resbaladiza del zapping y que curiosamente se ha convertido en la conversación más popular del país.

Pues bien, he comprobado esta semana que mis ex colegas los parrilleros ya se han olvidado por completo de aquellas viejas pretensiones verticales que un día de los noventa intentaron darle sentido a toda la programación, lógica narrativa a la cadena, coherencia a la empresa y fidelidad a la audiencia infiel. Programar tele, ahora mismo, sólo consiste en redactar columnas sin principio ni desenlace y pagar cantidades fabulosas en dólares por un nudo que es exactamente igual en todos los prime time de la globalización. Empiezo a sospechar que es mucho más difícil y divertido escribir columnas propiamente dichas.

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