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Reportaje:

Atrapados por los créditos rápidos

La banca tradicional apuesta por los préstamos de bajo importe y con plazos de amortización más cortos

Una hipoteca que empieza a asfixiar a su titular. Una tarjeta de crédito que no da más de sí. El préstamo del coche que se hace difícil de abonar. ¿Cómo pagar las vacaciones? ¿Y el electrodoméstico que se ha estropeado y es imprescindible reponer? ¿O los libros de texto? ¿Cómo afrontar que los ingresos familiares, por despido, accidente laboral... han disminuido? La solución en muchos casos: los créditos rápidos, sin casi preguntas, sin demasiadas exigencias... ¿El precio? Entre el 18% y el 24% de interés anual.

Los créditos rápidos se caracterizan por reducir al mínimo los trámites y gestiones necesarios para su concesión

El perfil del cliente medio de Cofidis, uno de los más significativos establecimientos financieros especializados en este negocio, tiene entre 25 y 45 años, unos ingresos familiares en torno a los 1.500 euros mensuales, tiene cierto reparo en acudir a un banco a solicitar financiación y necesita entre 1.400 y 1.500 euros para afrontar el pago de un imprevisto, unas vacaciones..., según explica su director general, Joan Sitges.

Susana Cabada, directora de crédito al consumo de Banco Popular E-com, entidad que hace poco más de un año lanzó Optiline, que ofrece créditos rápidos de bajo importe, precisa algo más: "Su perfil económico es medio, medio-bajo y, en general, tienen un nivel de endeudamiento vía tarjetas, créditos paralelos excesivos".

"Suelen ser personas de menos de 50 años que necesitan dinero para financiar viajes, la compra de muebles, el ocio... y que se fijan más en las cuotas mensuales a abonar -90 euros al mes si el plazo es de 96 meses por un préstamo de 6.000 euros- que en el tipo de interés que se aplica", añade Albert Figueras, director de canales de venta directa del Banco Sabadell, otra de las entidades bancarias tradicionales que se ha lanzado a este segmento de mercado crediticio dadas sus buenas perspectivas.

Pocos trámites

Los créditos rápidos son créditos personales que se caracterizan por reducir al mínimo los trámites y gestiones necesarios para su concesión, es decir, por la rapidez con que el interesado recibe contestación a su solicitud; por concederse importes relativamente bajos (desde 400 euros y hasta 6000 euros); por permitir su devolución entre plazos que oscilan entre los dos y los cincos años (lo que provoca que gastos de consumo inmediato se financien a medio plazo, con el consiguiente aumento de la cuantía total a devolver), y, muy especialmente, por aplicar tipos de interés que, en la mayor parte de los casos, superan el 20% anual.

Los ganchos ("si quieres 600 euros, los tienes a mano", "hasta 3.000 euros disponibles en todo momento", "en 24 horas en tu cuenta corriente") son muy similares entre las distintas entidades. Basta con poner la televisión, en cualquier cadena, no importa el día de la semana en horario matinal, para en poco más de un par de horas conocer prácticamente todas las ofertas disponibles. Para solicitarlos, suele ser suficiente contar con el DNI, nómina, algún recibo que acredite la residencia del solicitante, y datos de una cuenta en la que se ingresará el dinero.

Y es precisamente esta rapidez, confidencialidad y flexibilidad lo que está disparando la demanda de este tipo créditos. El negocio va viento en popa, con tasas de crecimiento superiores al 40% anual y, pese al alza de tipos de interés, no sólo no da muestras de ralentizarse sino todo lo contrario, al haber cada vez un mayor porcentaje de la población, nacional e inmigrante, con dificultades financieras. Tanto es así que hasta no demasiado tiempo los créditos rápidos eran un producto casi exclusivo de los llamados establecimientos financieros, es decir, entidades que no son ni bancos ni cajas y que no pueden captar depósitos de sus clientes, sino únicamente ofrecer créditos. Eurocrédito, Cofidis y Banco Sygma eran los tres principales.

Tipos altos

Pero el auge de este tipo de créditos ha animado a participar del pastel a los grandes bancos. BBVA ha irrumpido en este segmento de mercado a través de Dinero Express, el grupo BSCH utiliza Santander Consumer Finance; Banco Popular, Optiline... y, en general, todas las entidades financieras se han lanzado a comercializar créditos de bajo importe (en muchas ocasiones vinculados a las nóminas) a precios más bajos pero también con plazos de amortización más cortos. Cada vez son más los particulares que reciben de su banco o caja una carta en la que se les anuncia que tienen un préstamo preconcedido de 6.000, 8.000, 12.000 euros...

Y el Banco de España ha empezado a preocuparse en serio. Por un lado, y sobre los préstamos rápidos, advierte a sus suscriptores de que "es importante ser consciente de que estos créditos tienen unos tipos de interés que pueden llegar a duplicar o triplicar muchos de los ofrecidos habitualmente por las entidades bancarias y de crédito a sus clientes habituales, y, sobre todo, que la mayor flexibilidad de pago que suelen ofrecer estos productos no exime de cumplir con la obligación de devolver, dentro del calendario decidido, las cantidades recibidas, los intereses debidos, primas de seguro y otros gastos incurridos".

Por otro, la máxima autoridad monetaria es consciente de que el riesgo de impagados -actualmente en torno al 3%- puede empezar a crecer si los tipos mantienen su tendencia al alza (lo que repercutirá básicamente en las hipotecas, mayoritariamente a tipo variable) o si no se estrechan los controles de solvencia para evitar el sobreendeudamiento.

El pez que se muerde la cola

Demasiados créditos a pagar: coche, tarjeta, electrodomésticos y, sobre todo, hipoteca. Hipoteca que es ahora significativamente más cara que hace un año. Dificultades financieras, riesgo de entrar en los registros de morosos, pánico al embargo... La solución pasa en muchas ocasiones por refinanciar las deudas. Todas bajo el paraguas de una nueva hipoteca (retrasar un inmueble se ha convertido en parte del negocio de las sociedades de tasación), de mayor importe, con un plazo más largo y a un precio también significativamente mayor. Créditos hipotecarios que llegan a darse a Euribor más tres puntos (cuando la media en el segmento tradicional es de 0,75 puntos), lo que supone superar el 6% de tipo de interés. Los expertos lo reconocen: "Es un pez que se muerde la cola": se empieza por endeudarse vía compra a plazos y tarjetas, se pasa a los créditos rápidos y al final se llega a la refinanciación, que es un alivio a corto plazo pero que volverá a plantear dificultades de pago si no se corrige el sobreendeudamiento, más en estos meses que los tipos de interés seguirán subiendo".

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