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Reportaje:Alemania 2006 | Italia-Francia y Alemania-Portugal

El bello ganador

Lippi incluso ha logrado que Del Piero asuma su suplencia

Le llaman el Paul Newman de Viareggio, población donde nació el 12 de abril de 1948. Tan coqueto que la pasada semana no quiso posar para el fotografo de La Gazzetta porque no se había afeitado, Marcello Lippi pasa por ser un entrenador guapo, refinado y culto que confiesa tener dos pasiones: Su familia y el mar. Lippi tratará de llevar a la escuadra azzurra a un inesperado cuarto título mundial. Sólo Francia le separa del sorprendente éxito. "Nos vamos a sentar a una mesa llena de manjares. Veremos quién tiene más hambre. Quien demuestre más apetito será el campeón", aseguró ayer Lippi, que termina su contrato el próximo 15 de julio.

Elegante líbero en el Sampdoria de los años 70, el currículo de Lippi es más largo como entrenador que como futbolista, pues apenas jugó en el conjunto de Génova. Como técnico, debutó en el Pontedera en 1985 y pasó después por los banquillos de Siena, Pistoiese, Carrarese, Cesena, Lucchese, Atalanta, Nápoles, Juventus, Inter -sólo lo dirigió un partido- para volver de nuevo al Juventus. Al término de la campaña 2003-04 se retiró. "Sólo volveré a trabajar si es en la selección", dijo. Un mes después, el 25 de julio de 2004, sustituía a Giovanni Trapattoni. "Comparados con él, todos los entrenadores somos Bela Luggosi", asegura Alex Fergusson en sus memorias. Por algo será.

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Lippi, que nunca ha trabajado fuera de Italia, se ha visto salpicado por el escándalo de Luciano Moggi. Acusado de colaborar con Moggi para pactar con la federación las convocatorias de jugadores para la selección. Su hijo, Davide, trabaja en GEA, la empresa del acusado por la fiscalía de amañar el calcio. Debido a ello, muchas voces se alzaron en contra de la conveniencia de que Lippi estuviera al frente en Alemania. Guido Rossi, comisario extraordinario de la Federación Italiana, salió en su defensa. "Tiene todo nuestro respaldo", zanjó.

"Es el culpable de que estemos rindiendo al 120% en este Mundial", dice el portero, Buffon, imbatido desde el minuto 27 del segundo partido de la primera fase, contra Estados Unidos, y que si hoy no recibe un gol superará el récord de Zenga en 1990 (517 minutos). La solidez defensiva de Italia es tan evidente que Buffon, en seis partidos, sólo ha tenido que parar 23 disparos.

Tenido por técnico que no ha comulgado nunca con las ideas del catenaccio, a Lippi se le iluminó la cara cuando, tras eliminar a Alemania de la final, se le recordó que su equipo terminó con Iaquinta, Del Piero, Totti, Pirlo y Gilardino: "Sabíamos que iba a decidir la calidad y apostamos para no llegar a los penaltis". Viendo a Buffon perder tiempo, hay otra versión: sacó a los buenos para tirar los penaltis.

Lippi tiene felices a sus jugadores -ha dado minutos a todos los convocados- y ha logrado que Del Piero asuma su suplencia. Listo, trató de rebajar ayer la euforia y dijo: "Podemos perder. Pero nadie le quitará a este equipo el orgullo de haber devuelto a los italianos la ilusión".

Marcello Lippi.
Marcello Lippi.ASSOCIATED PRESS

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