_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

'In memoriam'

Hoy quiero recomendarles el libro del beirutí Samir Kassir De la desgracia de ser árabe, publicado en castellano por Editorial Almuzara. No se lo pierdan. Es imprescindible, como lo fue él: periodista de An Nahar, un intelectual árabe laico y universal, asesinado hace un año en Beirut, mediante el acreditado método del coche bomba. Todavía no sabemos quiénes fueron sus asesinos -aunque la consigna quiere adjudicarlo a Siria, tratada hoy como madrastra cuando tantas veces se la requirió por tantas partes-, pero leyendo el libro se comprende que pudo acabar con su vida cualquier partidario de cualquier tribu de las que pueblan su patria y las colindantes.

Leyendo este corto, intenso e inteligente volumen se comprende eso, que murió por ser cosmopolita y por tener una visión no maniquea tanto de lo árabe como de lo occidental. Samir Kassir odiaba el victimismo y, puedo asegurar a quienes le lean gracias a esta recomendación, poseía una visión tan refrescante y sagaz sobre el asunto que, de nuevo, hemos de llorar a alguien por su muerte, pero hemos de llorarle, sobre todo (como ocurrió con el fallecimiento de Edward W. Said), por la voz perdida.

Detestaba la cultura de la muerte y afirmaba, citando a Levi-Strauss, que la "civilización no es un grado y no se pueden plantear, desde ese punto de vista, jerarquías naturales; pero además, la humanidad es una desde el momento en que reposa sobre un fondo antropológico común". Decía que los islamocentristas o arabocentristas tenían que aceptar la idea de que "los valores democráticos se han convertido en un patrimonio común de la humanidad". Decía que no es necesario compartir la ideología islamista para sentir que el apoyo norteamericano "constante al extremismo israelí basta para justificar" la percepción por parte árabe de que "van contra nosotros". Y decía que las víctimas no deben "confundir el terrorismo con la resistencia por el hecho de que Occidente confunda la resistencia con el terrorismo".

Clamaba contra la impotencia de la diplomacia, tan patente en estos días, y contra nuestra complacencia hacia Israel, y contra el culto a la sangre. Era laico. Por eso le mataron. Necesitamos, hoy más que nunca, de gente como él.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_