El futuro de la aviación comercial
Hace varios lustros, dos de los principales grupos industriales de la aeronáutica europea unían sus fuerzas para enfrentarse al gigante estadounidense Boeing, que ejercía un importante monopolio en varias dimensiones, tanto civiles como militares. El frente de batalla más importante eran los grandes aviones comerciales para más de 100 pasajeros. Un campo en el que el grupo europeo llevaba dos ejercicios venciendo al norteamericano y en el que además pretendía ganar la guerra final con el superavión A-380, con capacidad para 550 pasajeros en las primeras versiones que se comercializan, pero que puede transportar más de 800 en versiones destinadas a los mercados asiáticos.
Pero el triunfo del A-380 no supondría sólo la derrota del jumbo de Boeing, el B-747, que ha monopolizado los pedidos de grandes aviones durante las últimas tres décadas. Supondría también que se ha impuesto un modelo de transporte aéreo basado en grandes aeropuertos (hubs) desde los que se distribuirían los pasajeros hacia nuevos destinos.
Boeing, sin embargo, ha apostado por un sistema de vuelos de punto a punto, con aviones más pequeños y más rápidos, por lo que echó la carne en el asador con el B-787, dreamliner, con capacidad para 200 a 300 pasajeros, cuyas primeras entregas se realizarán en los próximos años.
Los pedidos de las líneas aéreas y el retraso del A-380 parecen decantar por ahora la balanza hacia Boeing, pero se trata de un negocio de grandes inversiones y desarrollos a mucho más largo plazo.
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