"Por echar a Zidane no pité la final del 98"
El mexicano Arturo Brizio Carter es el árbitro que más tarjetas rojas ha sacado, seis en siete partidos, en la historia de los Mundiales
Hijo de árbitro, Arturo Brizio Carter (México, 50 años) comenzó a pitar a los 19 años. Muy educado, cuidadoso con las formas, es el trencilla que más tarjetas rojas ha mostrado en un Mundial: seis en los siete partidos que dirigió entre Estados Unidos 94 y Francia 98. "He disfrutado muchísimo. No he generado rencores", advierte Brizio.
Pregunta. ¿Se ha quedado con ganas de echar a alguien?
Respuesta. No; no era mi estilo expulsar por expulsar. Es verdad que era de cierta línea rígida, de la dura, muy convencido de que el juego se conduce con personalidad. ¡El jugador se tiene que sentir seguro de practicar un fútbol bello sin que le vaya a caer una patada por la espalda o le vayan a agredir impunemente! Estoy en paz conmigo mismo.
"El viernes previo todos los periódicos sacaron mi récord. Supe que era mi acta de defunción""
"No creo que sea mejor colegiado quien expulsa más. Yo no salía a cazar a los 'faltosos"
P. Usted es el árbitro que más tarjetas rojas ha enseñado en una Copa del Mundo.
R. Sí, tengo ese discutible honor.
P. ¿Discutible?
R. No creo que sea un mérito sacar tarjetas rojas ni creo que sea mejor árbitro aquel que expulsa más. Simplemente, tenía una forma de arbitrar muy ceñida a las reglas del juego y en mis partidos se dio la necesidad de expulsar a algunos jugadores. Pero no salía a cazar a los faltosos. Ni mucho menos.
P. Vaya debut el suyo: pitó el partido inaugural de Estados Unidos: Alemania-Bolivia (1-0).
R. Fue un honor, una responsabilidad muy grande. Y fue complicado porque en el primer partido hay que imponer la norma reglamentaria a seguir en el torneo. Hubo una jugada importante en la que expulsé al diablo Etcheverri, que era la estrella de Bolivia en ese momento. Entró en el minuto 79 y duró en la cancha tres minutos.
P. Le convirtió en el expulsado más rápido de la historia de los Mundiales.
R. No lo sabía.
P. ¿La entrada fue para tanto?
R. Fue una jugada confusa en la que Matthäus despejó el balón y, ya sin pelota, Etcheverri le dio una patada. No me quedó otra que sacar el cartón rojo.
P. Tuvo mucha repercusión en la carrera de Etcheverri. Ya no levantó cabeza.
R. Sí, qué desgracia, ¿verdad?Porque se había recuperado de una fractura en tiempo récord. Y fue una pena porque jugó solamente tres minutos y tuvo dos partidos de castigo.
P. Una semana después, arbitró el Brasil-Camerún (3-0).
R. Expulsé con roja directa a Rigobert Song. Fue una jugada por la banda derecha, Brasil ya ganaba por uno. Casi mata a Bebeto.
P. Pues éste es el único jugador expulsado en más de una ocasión.
R. Vaya, tampoco lo sabía. Era un jugador muy fuerte.
P. Se ganó la etiqueta de sheriff. ¿Por qué desenfundaba tan rápido?
R. No, no...; los comentarios eran positivos. Fui el único árbitro que en la primera ronda pitó dos partidos y eso me valió la siguiente designación: arbitrar a Italia.
P. Contra Nigeria (1-2).
R. Me dieron la oportunidad en ese Mundial de dirigir a los tres tricampeones en ese momento: Brasil, Alemania e Italia. Era el debut soñado.
P. Pues se armó la gorda cuando echó a Zola.
R. Jamás tuve un partido más difícil en mi vida. Demasiado rígido, demasiadas patadas, nunca me logré imponer. Ni yo ni la FIFA nos quedamos contentos. En cuanto a Zola, pensé que le había pegado una patada a un nigeriano. No fue así. Fue una extralimitación por mi parte. No fue una expulsión justa. Al revés. A él le daban.
P. ¿Se resarció cuando le llamaron para Francia 98?
R. Ya había manifestado mi deseo de retirarme del arbitraje, pero me dio mucho gusto.
P. ¿Y le dio gusto expulsar a Zidane?
R. Arbitrar al anfitrión en un Mundial es una gran responsabilidad. Ocurrió contra Arabia, un partido fácil para los locales (4-0). Cuando empezó la segunda mitad, tuve un par de comentarios con Zidane: que no empujara a los jugadores ni jugara de mal humor. Atropelló a un rival y le pisó la espalda. Le expulsé. Si no lo hubiese hecho, habría pitado la final. Estoy convencido.
P. Lo que dice es muy serio.
R. Lo que digo es muy obvio.
P. El único partido en el que no echó a nadie fue un Inglaterra-Colombia (2-0).
R. Sí, no lo tuve muy en cuenta en ese momento.
P. ¿Cuándo le comunicaron que no pitaría la final?
R. El viernes previo. Justo ese día salió en todos los periódicos, en todos los idiomas, que era el árbitro con más expulsados, lo que yo ignoraba. Supe que era mi acta de defunción. La final recayó en el marroquí Said Belqola.
P. Su colega expulsó a Desailly.
R. ¡Ojalá hubiera sido yo! Pero estoy conforme con mi labor.
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