Morir de penalti
Camerún no está por el hecho de que Eto'o fallara un penalti. Al seleccionador holandés le preocupaba la cantidad de penaltis que fallaba su equipo. A Inglaterra le han eliminado en cuatro de los últimos cinco torneos por fallarlos. Creíamos que el gafe del penalti era sólo cuestión española. Pero no: el penalti es un drama universal. Desde que en 1891 John Heath tiró el primero, el penalti es la tragedia del fútbol.
Desde 1998, en los Mundiales se marran el 20% de las penas máximas. Psicólogos y especialistas en biomecánica han estudiado este fenómeno que crea éxitos y leyendas. Los psicólogos, por ejemplo, recomiendan que, en el caso de las tandas de penaltis, empiecen a tirar los jugadores más débiles. Mentalmente, les reconforta que detrás vayan los mejores.
El Instituto holandés de Ciencias para el Movimiento Humano organizó dos grupos de lanzadores, el llamado "independientes", que lanzaba donde había pensado, sin fijarse en el movimiento del portero; otro grupo, llamado "dependiente", se fijaba en el guardameta. Los independientes consiguieron el cien por cien de éxito; los dependientes, el 50%.
La universidad John Moores de Liverpool enseñó a varios porteros vídeos de lanzamientos desde el punto de vista del guardameta. La imagen se paró cuatro veces: 120 milésimas antes del chut, 40 milésimas antes, en el momento del impacto y 40 milésimas después. En cada parón los porteros aventuraban dónde iría el balón. El elemento clave para acertar era la posición de las caderas en el golpeo. Disparando con la derecha, si las caderas se quedan de frente, el balón va hacia la derecha del portero; si se colocan de perfil, va al otro lado.
Un estudio clave es el de Ian Franks y Todd Harvey, de la universidad canadiense de Columbia. Analizaron 130 penaltis. El 80% fue en la dirección que apuntaba el pie de apoyo. Pero ¿le da tiempo al portero a ver la punta del pie y lanzarse?
No, resalta la Universidad de Bath; "un penalti disparado a 20 metros por segundo tiene más posibilidades de ser gol que otro más suave. El portero dispone de menos tiempo para estudiar al ejecutor". Los estudios confirman lo que el futbolista intuye desde su infancia, pero los principios se olvidan cuando detrás empujan millones de ojos.
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