El arte de la adolescencia
Alumnos de un instituto sevillano cubren las paredes del centro con réplicas de pinturas famosas
La entrada a la barriada El Pastorcito de Utrera, donde se encuentra el Instituto José María Infantes, deja intuir lo que uno va a encontrar cuando llegue al mismo centro educativo. La pared de la calle que lleva al Infantes, perteneciente a una escuela, está llena de pinturas conocidas. "¡Mira, un Picasso!", se oye a los transeúntes al pasar junto al muro. Pero este aperitivo no es nada comparado con lo que atesora el Instituto.
Nada más entrar, la Venus de Boticelli saluda a los recién llegados. En el suelo, durante el recreo, varios alumnos de primero de ESO barnizan una copia bastante lograda de Las Meninas, de Velázquez. Y en el techo, por encima de la balconada de la segunda planta, la sibila más famosa de Miguel Ángel contempla el entorno desde los frescos de una Capilla Sixtina en miniatura. Increíble.
La razón de este entusiasmo artístico, que ha involucrado a casi todo el personal y el alumnado del centro y que cuenta con una organización exquisita, tiene su base en el empeño personal de un profesor de Plástica, Juan Guerrero, que quiso hacer con sus clases algo divertido. "Todo empezó porque yo siempre hablaba de la pintura y un chico me preguntó si le podía ayudar a pintar su moto. Y lo hicimos. Quedó bastante bien", recuerda el profesor entre risas.
Entonces, se le ocurrió la idea de comprobar en la práctica lo que los niños estudiaban en teoría. "Comenzamos con algunas pintadas y un mural", afirma Guerrero, para quien fue una sorpresa ver que los jóvenes se involucraban tanto. "Durante la adolescencia los chicos no suelen atreverse a mostrar lo que hacen. Pero aquí han superado esos miedos. Se interesan tanto que hasta utilizan sus horas libres para pintar".
Capilla Sixtina
El gran salto vino cuando se atrevieron con una gran pintura, y no fue una cualquiera: nada menos que la reproducción de la capilla Sixtina, de Miguel Ángel. Los trabajos se hicieron sobre tablas que, una vez terminadas, se clavaron en el techo. "No quería poner en peligro a los alumnos. Pero fue increíble, porque tanto de ésta como de otras pinturas aprendieron a aplicar técnicas de los pintores, como los volúmenes, las veladuras para las transparencias o el difuminado", explica.
El profesorado del centro quedó tan impresionado que quiso organizar la idea y convertir el Instituto en un museo. El profesor de Historia del Arte, Manuel Jiménez, emocionado con la oportunidad que se abría para su asignatura, se involucró de lleno en el proyecto y creó, junto a Guerrero, el itinerario artístico que ahora recorren los alumnos desde primero hasta cuarto de ESO.
Los estudiantes más jóvenes estudian el arte Románico y aplican las técnicas de esta etapa histórica en sus pinturas. Algunas de las clases de primero cuentan con un Pantócrator, entre otras figuras religiosas. "Esta época, en la que se dibujaban las figuras muy esquemáticas, casi esqueléticas, las relacionamos con problemas habituales de los jóvenes, como la anorexia", explica Jiménez.
"Por el contrario, en el Barroco, como se observa en Las tres gracias, de Rubens, les hacemos ver que los cánones de belleza y los gustos han variado a lo largo de la Historia, para que no se preocupen tanto por estar delgados y morenos", añade el profesor.
Románico, Renacimiento, Barroco, Neoclasicismo, Impresionismo, Vanguardias, arte Pop y pintura actual: todas estas etapas tienen un significado propio en este centro. Dentro de poco cada aula tendrá una lámina de presentación, con el curso al que pertenece, la etapa artística y el significado de ésta en relación con la adolescencia. "Segundo de ESO. Renacimiento. Creatividad e interés por todo", reza la estampa de una clase.
Una de las aulas más interesantes de este Instituto es la de Plástica. Allí dos chicas de cuarto dibujan y, a la vez, enseñan a los alumnos de primero. "Cuando pintamos, los profesores nos dicen quien es el autor, como hizo la obra y todas las curiosidades del cuadro. Nosotros, además, nos documentamos por Internet", explica Verónica Rivas, de 16 años, que en estos días está dedicada a terminar el tríptico de El jardín de las delicias, uno de los cuadros más enigmáticos de El Bosco.
Muchos de estos jóvenes, después de la experiencia, han decidido dedicarse al arte, en cualquiera de sus facetas. Sin embargo, la situación en que se encuentra el municipio, que carece de Bachillerato en sus dos Institutos, podría cortar las alas ilusionadas a estos chicos. "Mucha gente sale con ganas de seguir trabajando en esto, pero lo malo es que para hacer Bachillerato te tienes que ir del pueblo. A mí me gustaría estudiar Bellas Artes. En casa tengo un caballete y, cuando me siento inspirada, pinto. Y la verdad es que estas ganas de pintar nacieron cuando llegaron estos profesores, que son geniales", afirma la joven.
Los profesores han logrado la colaboración de todos los museos españoles y de algunos extranjeros, como la Nacional Gallery. Todos ellos les envían material didáctico para que puedan realizar sus trabajos. El equipo docente del centro ha ampliado el proyecto a otras asignaturas. Además de las pinturas, se ha creado una guía en papel y otra digital, en la que se muestran imágenes de cada aula con música adaptada de la época.
Todo un proyecto bien organizado para que haga crecer a los alumnos, al profesorado y al propio arte. Una demostración de que la juventud no está parada, sólo hay que descubrir su ilusión.
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